Realmente, esta situación no es ni extrema ni cruel. Cuando un niño comete un error, ¿no le riñe su madre? Él ya tiene que desarrollar la conciencia correcta. Él carece de discriminación para comprender el bien y el mal. Él solo puede ser advertido de no repetir el error a través del temor. Cuando un niño se da cuenta de que hay una posibilidad de ser castigado, no repetirá su mala acción. Si una cabra, vaca, conejo o ciervo se ponen a comer las hortalizas plantadas en tu huerto, ¿qué haces? El animal desconoce la diferencia entre un huerto y un rodal de plantas silvestres. No entiende qué se debe y qué no se debe hacer. Así que ¿qué hacemos cuando uno entra en nuestro huerto? Cogemos un palo y lo amenazamos diciendo ¡soooo! ¡Fuera de aquí, vaca o conejo! Adoptamos una actitud amenazadora y actuamos como si fuéramos a pegarle, pero en nuestro interior no sentimos enfado. De modo similar, esta situación es un palo que nos da la naturaleza para que estemos más alerta.
Este año muchos de nosotros no hemos podido salir para disfrutar de las decoraciones navideñas, las fiestas y las compras, como de costumbre. Estamos obligados a soportar muchas reglas, normas y protocolos. De hecho, este no es un tiempo para salir, sino una oportunidad para mirar a nuestro interior. Tenemos que utilizar la libertad externa recibida de Dios con el discernimiento y auto dominio apropiados. Dios podría haber decidido que si tenemos tiempo para mirar a nuestro interior, podríamos utilizar ese tiempo para comprender y corregir nuestros errores.
El Sanātana Dharma enseña el principio de mirar al interior. El principio de uttistha jâgrata ¡levántate! ¡despierta! Porque solo los que lo hagan alcanzarán el objetivo de la auto realización, uttistha jâgrata prâpya varân nibodhata. (Katha Upanisad 1, 3, 14) ¡Levanta! ¡Despierta! Si te has acercado a los grandes entenderás sus enseñanzas.”
No solo se trata de despertar, se nos urge a despertar y levantarnos. Se nos dice que despertemos a nuestro Ser verdadero, a levantarnos y usar la fuerza y el potencial dentro de nosotros. Ello significa ser fuertes y confiar en nosotros mismos.
Cristo dijo: “Busca y encontrarás.” Aquí, la búsqueda es interior, no en el mundo externo. Actualmente la búsqueda de muchos está limitada a “¿dónde puedo encontrar la última moda de collar? Ya se trate de Navidad o de otras fiestas, siempre nos enfocamos hacia el exterior: ¿Puedo comprar esto aquí? ¿Está disponible ese modelo de vestido en esa boutique? ¿Puedo comprar ese collar en esta joyería? ¿Cuánto cuesta? Esa es la única naturaleza de nuestra búsqueda. Buscamos comprar ropa nueva para Navidad, enviar bonitas tarjetas, etc. Nuestra búsqueda es solo externa. La búsqueda de la que hablaba Cristo no era esta, era una búsqueda interior. Pero nosotros tenemos prisa en perseguir lo no esencial. Buscamos todo, excepto lo que deberíamos buscar.
Dios nos ha dado ojos no solo para ver el mundo externo y perdernos en él. También para cerrarlos y mirar hacia adentro y finalmente ver con el ojo interno que lo interno y externo son uno. Los dos ojos externos son necesarios para ver el mundo exterior. Para ver el mundo interior y conocer al Ser verdadero no necesitamos los ojos externos. Porque el “yo” auténtico es interior, no exterior.
No somos islas separadas. Todos estamos interconectados como los eslabones de una cadena. La compasión, el amor y la buena voluntad deberían llenarnos hasta el borde y rebosar fuera. Sus discípulos preguntaron a Cristo: “¿Cómo es el reino de los cielos?” Y Él respondió: “Como un grano de mostaza,” Para que un grano se haga un árbol su corteza tiene que romperse. Una vez que crece se vuelve igualmente un paraíso para las aves, animales y humanos. Las palabras de Cristo indican que tenemos que crecer para volvernos como ella. Como la semilla crece para hacerse árbol, Dios está presente como el jiva o conciencia individual dentro de cada uno de nosotros. Si cien vasos de agua se ponen al sol, su reflejo puede verse en cada vaso, pero el sol es solo uno. Del mismo modo, el verdadero Ser está presente en cada individuo. No obstante, la manifestación del Ser varía en cada individuo. Si el cristal de una bombilla está sucio, no llega toda la luz. Así, mientras el interés personal y el ego residan en nosotros, no podremos tener la experiencia de la divinidad en nuestro interior ni expresarla.
Las fiestas como la Navidad se celebran con diversión, alegría y gozo, como debe ser. Pero cuando se acaba la diversión deberías poder reflejarte en tu vida y auto evaluarte. “¿Qué he hecho por la sociedad? ¿Lo hice solo por mí? O ¿he hecho algo por la madre naturaleza?”
“Ama al prójimo como a ti mismo”, dijo Cristo. Cada persona que encontramos en el curso de la vida, cada persona que conocemos, cada persona que se nos acerca, son nuestro prójimo. Si podemos verlos y amarlos como a nosotros mismos, esa será la autovía para alcanzar la realización. Sri Krishna, Sri Rama y Cristo viven en nuestro corazón. La Navidad nos recuerda la necesidad de practicar el auto sacrificio, la compasión, la humildad y la fe firme en Dios en nuestras vidas. Que ese despertar surja en todos. Decoremos el pesebre de nuestro corazón con buenos pensamientos, palabras amables y acciones compasivas, porque el corazón es la morada de Dios. Abramos nuestro corazón. Cuando así lo hagamos encontraremos que la seguridad está ahí, dentro de nosotros. Los deseos de Navidad de Amma : Que la gracia bendiga a todos mis hijos.