Domingo, 03 Septiembre 2023 10:03

El dolor es una señal de que es tiempo de cambiar

La felicidad  es nuestro estado natural. Pero cuando damos una importancia que no tienen, a temas que causan dolor, nuestra mente crea una fijación en ellos.

Dejad que los pájaros del dolor vuelen sobre vuestra cabeza, pero nunca les permitáis que aniden sobre ella.

Por  Mata Amritanandamayi

Hijos, a sabiendas o no, buscamos felicidad a través de todas nuestras acciones. Ansiamos  ser libres de todo dolor. No obstante, nuestra búsqueda puede que no sea informada o consciente. Cada experiencia de dolor conlleva un mensaje. Suponed que accidentalmente tocamos un fogón encendido y nos quemamos la mano  mientras trabajamos en la cocina. Suponed que no sentimos dolor. ¿Cómo sería? Es a causa de sentir dolor que retiramos la mano del fogón inmediatamente.  De ese modo, el dolor que sufrimos en nuestra vida diaria es un recordatorio de que “es tiempo de cambiar”.  A menudo, intentamos hacer cambios externos y esto puede proporcionarnos un alivio temporal, pero si deseamos liberarnos del dolor para siempre, debemos cambiar nuestra actitud radicalmente.

Un devoto solía visitar regularmente a un mahatma y quejarse de sus problemas cotidianos. Un día, al empezar a quejarse, le dijo el mahatma: “Tráeme un vaso de agua y un puñado de sal.” Cuando el hombre se los trajo dijo el mahatma, “pon la mitad de la sal en el agua y remuévela bien. Luego bébete el agua y dime como sabe.  El devoto obedeció y dijo, “está demasiado salada para beberla”. El mahatma le llevó entonces a un lago de agua dulce y pura y dijo: “Echa el resto de la sal en el lago y después bebe un poco de agua.” El devoto bebió un sorbo  y dijo que era dulce y pura. El mahatma le preguntó: ¿“No está salada”? El devoto respondió: “No, en absoluto.

Y dijo el mahatma: “Mira, la sal es como las penas de la vida y el agua dulce  como nuestra dicha interior. El agua del vaso no era bebible solo con un poco de sal, pero la misma cantidad de sal  no cambió el sabor del agua dulce del lago.  Ahora tu mente es tan estrecha como el vaso. Si la expandes al tamaño del lago y despiertas tu felicidad interior, ningún dolor podrá tocarte jamás.

 

La felicidad es nuestro estado natural. Pero cuando damos importancia a algo que no la tiene creamos dolor y nuestra mente queda fijada en él. Deja que los pájaros del dolor vuelen sobre tu cabeza, pero nunca permitas que aniden sobre ella. En lugar de darle vueltas a los problemas todo el tiempo, dedícate al trabajo creativo.

Cuando la compasión entra en nuestras acciones, sus ondas empiezan a influenciar a otros. Tales acciones nos permiten recibir la gracia de Dios. Todos deberíamos tener esa mente  que no se hincha de arrogancia con el éxito ni flaquea con el fracaso, se deleita en dar y acepta la crítica con elegancia.

Aquellos que tienen esa mente nunca fracasan. E incluso si fuera así, los fracasos no afectan a su interior. La situación externa no siempre es favorable,  pero ellos nunca internalizan sus decepciones. Ellos agradecen todo en la vida. Son verdaderos en su conciencia.

Ayuda a los demás  en todo lo posible. Eso expandirá la mente. La pesada carga del dolor os abandonará y viviréis la experiencia de la dicha del Ser.

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