Muchos de nosotros conocemos la historia de la pelota de barro y la hoja seca jugando al escondite. Aunque sea una historia infantil, conlleva un significado profundo. Mientras la pelota de barro y la hoja seca jugaban, el viento de pronto empezó a soplar y la pelota empezó a preocuparse Oh no, el viento se llevará la hoja seca.”
Para salvar a la hoja seca, la pelota de barro se sentó encima. Poco después empezó a llover. La hoja seca cubrió a la pelota de barro para impedir que se deshiciera. Más tarde, hubo lluvia y viento. ¿Qué sucedió? Que la hoja voló llevada por el viento y la lluvia deshizo la pelota.
Nuestra vida también es así. Cuando dependemos de otros, podemos tener pequeñas victorias y ganancias. Pero nadie podrá ayudarnos en una crisis de grandes dimensiones. Nuestro único refugio estará en la entrega al divino. Solo él puede garantizar la paz y contentamiento duraderos en esta vida.
Esto no significa que no amemos a nuestro cónyuge e hijos ni que tengamos que mirarlos como a extraños. Debemos amarlos y protegerlos pero sin olvidar nunca que nuestro único amigo verdadero es Dios. Todos los demás nos dejarán, tarde o temprano. Por tanto, dependamos solo de Dios, consideremos todas las dificultades a afrontar en la vida como combustible para nuestro crecimiento interior. De ese modo gozaremos de paz y felicidad. Depender de Dios no significa que no tengamos que afrontar problemas en la vida. Tendremos que hacerlo, pero las dificultades se reducirán en buena parte. No solo eso, incluso en medio de problemas, podremos conservar la auto confianza y el contentamiento.
Dios está muy cercano a nosotros, por eso no podemos verlo. ¿Podemos ver nuestra cara sin ayuda de un espejo? ¿Podremos ver nuestra imagen si el espejo está cubierto de polvo? Limpio, si podremos vernos.
Si echamos agua en un frasco de tinta, el color se desvanece y finalmente no podríamos decir si hubo tinta ahí. Del mismo modo, con la expansión de la mente mediante el constante recuerdo de Dios, el sentido de individualidad se disuelve y finalmente desaparece. La mente individual se torna en universal.
Basta con capturar a la abeja reina, porque las otras la seguirán. Así, si dependemos de dios, tanto la prosperidad espiritual como la material estarán de nuestra parte.
La autora es una líder espiritual y humanitaria mundialmente reconocida.