Incluso si frecuentamos el mismo sastre o modista, cada vez que vamos nos tomará de nuevo medidas. Un buen sastre nunca hará trajes nuevos con viejas medidas, porque sabe que estas pueden haber cambiado desde la última vez. Pero no nos damos cuenta que nuestras percepciones de otros pueden también estar obsoletas. Debemos adoptar la perspectiva del sastre en nuestra vida cotidiana.

Pueden surgir muchos problemas cuando nuestras interacciones con otros están prejuiciadas. No hay razón para que un ladrón no pase página. Pingala, una prostituta, se convirtió en una ardiente devota. Ratnakaram, el famoso bandido se transformó en el venerable sabio Valmiki. Si podemos interactuar con otros sin prejuicios podremos descubrir novedades en los mismos individuos.

Se presentaba un caso en el juzgado. Los abogados del acusado y del demandante debatían acaloradamente pero el juez estaba sentado con los ojos cerrados sin prestar particular atención a ninguno de ellos. Al cabo de un rato, se durmió. 

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Viéndole, el ayudante le dijo “Señoría, se está quedando dormido. No está escuchando a los abogados.” El juez replicó: “No se preocupe. ¡Ya he decidido el veredicto!” Y se volvió a dormir.

Si procedemos como el juez de la historia, con nociones preconcebidas, renunciaremos a la justicia y a la verdad. Algunos individuos recibirán concesiones que no merecen mientras que algunos otros afrontarán un fallo injustificable.  

Como resultado de nuestros propios prejuicios, podemos perder a aquellos que podrían ser nuestros amigos y ayuda. A veces, estos prejuicios, incluso pueden traicionarnos. A veces, somos víctimas de nuestros propios prejuicios. Debemos creer firmemente que no podemos hacer ciertas cosas. Podríamos, no obstante, realmente, ser capaces de hacerlo si perseveramos.

Tales prejuicios reflejan una falta de auto confianza, que es tan peligroso como un sentido exagerado de nuestras capacidades. Los prejuicios nos esclavizan, solo porque damos una importancia indebida al pasado. Tenemos que aprender a vivir siempre en el momento presente y tratar de mantener libres y eficientes cabeza y corazón.

Si no tienes fe en ti mismo,  no hay mucho que ganar incluso si crees en Dios.  La fe en Dios  fortalece la fe en nosotros, la fe en tu propio ser.  Esto, en otras palabras, se llama auto confianza, confianza en tu propio ser. Si no la tienes, no puedes tener éxito en la vida en cualquiera que sea tu campo. La auto confianza no es otra cosa que equilibrio mental, valor y control de tu propia mente para afrontar los problemas de la vida.

Cuando vemos una flor balanceada por el viento, despidiendo aroma, fallamos en reconocer que ella representa el último estadio de la transición de la oscuridad del capullo a la luz. Había oscuridad dentro del capullo. Desde esa oscuridad, lentamente floreció a la luz.

Del mismo modo, este es nuestro viaje de florecimiento desde la oscuridad de las bajas emociones hasta la luz del amor puro. Solo cuando alcanzamos ese destino final podemos experimentar la celebración real y la alegría. Si llevamos la luz del conocimiento, podremos avanzar sin dejar que la oscuridad nos invada. 

La autora es una líder espiritual y humanitaria reconocida mundialmente.