Lunes, 15 Agosto 2016 16:08
Amrita SeRVe protagoniza otra historia de éxito en Valaramkunnu
La aldea tribal de Valaramkunnu es desconocida para la mayoría. El asentamiento situado a 22 kilómetros de Mananthavady está habitado por setenta y cinco familias que representan una población de trescientos habitantes, pertenecientes a las comunidades de Paniya, Kattunayakan y Kurichilla. Durante décadas han vivido sin electricidad, medicina o conducción de agua. Y sobre todo, las mujeres tenían que areglárselas por ellas mismas porque casi todos sus maridos eran alcohólicos.
Las cosas empezaron a cambiar cuando el MAM adoptó un pueblo bajo el ambicioso proyecto 101 pueblos. Desde lámparas solares a una campaña para concienciar de los efectos del alcohol, el MAM emprendió varios trabajos para iluminar las vidas tribales. Seis grupos de paneles solares dieron la posibilidad a 60 familias de disponer de tres bombillas cada una. Este fue el primer paso dado tras la adopción de la aldea.
Las cosas empezaron a cambiar cuando el MAM adoptó un pueblo bajo el ambicioso proyecto 101 pueblos. Desde lámparas solares a una campaña para concienciar de los efectos del alcohol, el MAM emprendió varios trabajos para iluminar las vidas tribales. Seis grupos de paneles solares dieron la posibilidad a 60 familias de disponer de tres bombillas cada una. Este fue el primer paso dado tras la adopción de la aldea.
El segundo paso fue calmar su sed. Se instalaron tuberías para llevar agua potable desde arroyos y pozos excavados. “Antes las mujeres y los niños debían caminar kilómetros para traer agua del arroyo. Tras la instalación de tuberías empezaron a recibir agua potable en sus casas. Muchas se sintieron aliviadas ya que era una dura experiencia para ellas.” Dijo Akshayamrita Swami que supervisaba los trabajos.
Otro hábito preocupante era la defecación en la calle. Para acabar con ella se construyeron cuatro aseos públicos.
Otro impulso del MAM es la educación, ya que la mayoría de la población de Valaramkunnu es analfabeta, a pesar de las dos escuelas públicas en la vecindad. Los niños son enviados a la escuela pero la dejan tras unos años para ayudar a sus padres a llegar a fin de mes. Para asegurar que cada niño del pueblo asista a la escuela, los voluntarios mantienen una cuenta para ellos y proveen a necesidades, como alimento, libros y ropa. Además la pareja Hari y Sushma, voluntarios activos, toman clases para enseñar a los escolares. Unos treinta niños asisten regularmente a las clases. Diecinueve son beneficiarios de Vidyamritam, un programa de becas iniciado por el MAM.
Recientemente, estudiantes y docentes de la Universidad Amrita acamparon en la aldea durante dos semanas, visitaron las escuelas y las casas para divulgar mensajes sobre el abuso de alcohol mediante lecciones, dramas y sainetes. “Los hombres de la casa van a los valles a trabajar como labradores. Al final de la jornada de trabajo gastan su dinero en alcohol y tabaco y vuelven a casa con las manos vacías. Las mujeres, los niños y los mayores sobreviven con las raciones de arroz que suministra el gobierno. Para ellos, tres comidas diarias son algo impensable. Están desnutridos. A veces las mujeres y los niños hacen trabajos ocasionales para llenar su estómago. Para empoderar a las mujeres el MAM organizó para ellas clases de modistería.
Además de esto, cada dos semanas se organizan campamentos médicos. Los tribales son monitorizados en varios parámetros de salud por los doctores Sanjeev Vasudev y Ajitha del hospital caritativo de Kalpetta. A veces, los estudiantes de la Universidad Amrita echan una mano.
Con la participación activa de los voluntarios en esta iniciativa de Amma, la gráfica de Valaramkunnu está en curva ascendente.
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