Recientemente Dagara se convirtió en uno de los cuarenta pueblos en veinte estados, en los que se ha implementado un nuevo proyecto de educación de la Universidad Amrita basado en tabletas tutoriales para niños y adultos. Antes en la escuela local solo se impartía hasta el grado 8º. Debido a razones de seguridad los padres no permitían que sus hijas se desplazaran fuera del pueblo para realizar estudios superiores. Ahora esto ha cambiado. La nueva educación informatizada permite que las jóvenes lleguen al 10ª grado y así poder acceder a una profesión que mejorará el estatus familiar y ayudará al desarrollo de la comunidad.

Meera, una de las graduadas y madre de un niño de dos años, fue admitida en el programa de educación de la Universidad Amrita, tras un intervalo de ocho años desde que dejó la escuela. Estaba ansiosa por retomar sus estudios con el objetivo de lograr el certificado de maestra, un Bed (Diplomada en Educación) Meera dijo: “Quiero ser maestra para tener al alcance a los marginados y así ayudarlos a superarse y salir adelante en la vida.”

Shanti, otra graduada, ha continuado sus estudios después de dejarlos hace dos años. Ahora quiere ser enfermera para servir a su comunidad. Haber completado el grado 10 la ayudará a conseguir su objetivo.

Las jóvenes dijeron: “Tenemos clase cada día de dos a siete de la tarde, sin vacaciones. Nos gusta estudiar, no nos aburrimos en absoluto. Somos de familia de agricultores. Nuestro sueño es proporcionar gloria a nuestro pueblo introduciendo nuevas profesiones. ¡Gracias Amma, por ayudarnos a conseguir nuestro objetivo!

Estuvo presente en la ceremonia Veji Ben, la maestra de matemáticas, inglés y ciencia de las graduadas. Ella fue la primera joven de Dagara en completar un grado +2 (preuniversitario)viviendo en casa de su tío en un pueblo próximo para asistir ahí a la universidad. Ahora está orgullosa de poder felicitar al primer grupo de estudiantes femenino de su propio pueblo, que de otro modo no hubieran tenido la oportunidad como ella de continuar su educación en otro lugar. “La mayoría de estudiantes quieren hacer artes, para ciencias necesitan un laboratorio y otras facilidades” dice Veji Ben.

Las jóvenes escenificaron para Amma la danza tradicional Kutch, vestidas con los vestidos tradicionales.

Después de pasar toda la noche con Amma, las jóvenes afirmaron: “Conocemos a Amma desde que reconstruyó nuestro pueblo. Pero ahora que la vemos no queremos irnos de su presencia, queremos vivir con ella”.

Esta es una más de muchas historias, en las que la acción humanitaria de Amma transforma comunidades enteras y empodera a toda una nueva generación no para elevar tan solo a sus familias sino a la sociedad entera.