“Si amas algo que no está presente en la gente, tu experiencia será de dolor. Eso es Maya. Por el momento no tenemos la capacidad de amar realmente al prójimo, más bien lo usamos, a causa de nuestro ego. Lo queremos ajustado a nosotros pero nosotros no nos ajustamos a los demás. Así el ego y la actitud “Yo” bloquea el fluir real del amor. Por eso amamos tanto a gatos y perros, porque se ajustan a nuestros deseos, obedecen nuestras órdenes. El ego es el fundamento de Maya. 

 “Vamos por la vida creyendo que podemos encontrar la felicidad en otras personas, fuera de nosotros mismos. Por eso no somos capaces de superar este Maya. En un matrimonio se vuelven los dos mendigos, pidiéndose el uno al otro. Ambos esperan recibir del otro, ninguno de ellos está dispuesto a dar. Y si ninguno es capaz de dar amor, ¿cómo esperan recibir amor? También podemos compararlo a dos ciegos, que pretenden conducir al otro por su camino; tropezarán aquí y allá, sin llegar a ninguna parte.”

 “Nuestro amor viene siempre con una expectativa. Podemos amar mucho las carreras de caballos, pero si un caballo por accidente se rompe una pata, puede acabar con un tiro, ese caballo tan amado. Podemos amar las vacas porque dan leche pero cuando se secan no nos importa dárselas a un carnicero. Esa es la naturaleza del amor mundano.”

 “Un perro extraviado puede morder un hueso hasta que sus muelas sangren. Al perro le gusta la sangre mientras piensa que es del hueso. Finalmente el perro pierde la consciencia debido a la pérdida de sangre. De este modo, pensamos  que podemos obtener felicidad de los objetos de los sentidos, pero si miramos más atentamente descubriremos que la fuente de la felicidad está siempre y únicamente dentro de nosotros. Pensamos que la fuente de la felicidad está en otras personas y objetos fuera de nosotros. Por eso no somos capaces de superar Maya.

 “Dependemos de otros para el amor y la felicidad. Dependemos de algo que no existe. Y esperamos algo que no está ahí. Despertemos nuestro interior. En lugar de buscar, démos.

 “Debemos de intentar ver todo en su lugar y así cesará el dolor. Por ejemplo. Podemos ver un elefante  como un elefante y una rana como una rana. Ver una efermera como una enfermera y a un doctor como un doctor. No esperemos que la enfermera se comporte como un doctor, o que el doctor lo haga como una enfermera. No esperemos que un perro se comporte como un gato o viceversa. El azúcar y la sal son blancos pero no esperemos que el sabor del azúcar sea salado y viceversa.

 “Por ejemplo, digamos que necesitas pedir dinero prestado y vas y te acercas a un amigo de la infancia y le pides 1000 rupias. Este amigo te había dicho una vez ‘ven a mí cuando necesites algo. Soy muy rico. Puedo ayudarte cuando tengas necesidad.’ Pero, a la hora de la verdad, ésta puede ser muy diferente. Bien puede decirte, ‘de hecho estaba pensando en acudir a ti, porque necesito dinero urgentemente. ¿Puedes darme 10.000 rupias? O puede decirte que puede prestarte dinero, pero solo la mitad de lo que le has pedido. O puede ofrecerte mucho más de lo que le has pedido, digamos 5.000 rupias.

“La expectativa es lo que crea dolor. Cuando no obtenemos lo que esperábamos recibir, nos sentimos tristes. De la tristeza pasamos a la ira que finalmente acaba en depresión. Pero todo ello empieza con las expectativas. En lugar de recibir, empieza pensando en dar. No busques la felicidad fuera de ti mismo. Hay un recurso inextinguible de felicidad en nuestro interior. No somos velas encendidas por otros, somos un sol resplandeciente. No somos gatitos llorones, somos leones que pueden rugir si así les place.

 “Cuando comprendemos la espiritualidad, nuestra vida será como la de Sri Krishna, una vida de risas. Incluso cuando Ghandari le maldijo él lo aceptó con una sonrisa diciendo, ‘sabía que esto llegaría’. Comprender la espiritualidad es como un experto nadador o nadadora, nadando en el océano; disfrutará de las olas. Cuando tengáis ese conocimiento podréis vivir con una mente ecuánime.”