Para mostrar su agradecimiento a la ciudad de Madurai, Amma distribuyó mil saris  a las 25 líderes de los grupos de autoayuda Amrita Sree que operan en y en las afueras de la ciudad. Los alumnos de las escuelas Vidyalayam presentaron como de costumbre sus programas culturales.

Los dos días de programa Amma empezó dirigiendo para los presentes una serie de bhajans, Manasa Puja por la paz mundial y una meditación guiada en Tamil, la lengua local.

En su sátsang Amma habló de la importancia  de liberarnos de vicios tales como el alcohol y tabaco. “Lo que todos buscan es la dicha permanente y ésta debe ser buscada en el Ser. Hoy en día hay mucha gente con miles de amigos en Facebook, pero en la vida real están solos.”

Después de escuchar su charla, una niña de siete años vino a Amma durante el darshan con una pregunta sobre ésta. “Amma, ¿es correcto describir a Mandhara (del Ramayana) como una transgresora? Creo que gracias al cotilleo de Mandhara el Señor Rama fue al bosque y venció a Ravana. Así que ¿no hizo ella bien al mundo?”

Amma respondió con una sonrisa pícara. “Hija, tu perspectiva es buena. Todo lo que sucede es para bien. Por ejemplo, una persona resbala y cae. Después da cada paso con cuidado. Pronto ve una serpiente en el camino y pone cuidado en evitarla. Así que gracias al resbalón se puso en alerta y así escapó de la mordedura de una serpiente. Así que la caída fue para bien. Si miramos a los sucesos de la vida desde esta perspectiva, todo es para bien.” 

 “Amma puso el ejemplo de Mandhara en el sátsang para señalar el impacto de la mala compañía de dhussanga. Amma no rechaza tu punto de vista.” Diciendo esto Amma alzó sus pulgares para ella y llenó de besos sus mejillas. No hace falta decir que la niña  estaba llena de alegría y gozo infinitos.

Durante los muchos años que Amma ha visitado Madurai, se ha hecho una tradición que los devotos traigan ‘mulapari’. Este año no fue excepción, vinieron con el retoño sobre la cabeza y el ‘ulular’. También bailaron siempre con las macetitas en sincronía.

Al final de dos largos días pasados dando miles de abrazos, Amma se levantó de su asiento y bailó al son de los Badugas, lo que produjo una sonrisa de despedida en los rostros de todos los devotos de Madurai, tristes de verla partir.