Sobre la muerte

SINTESIS SATSANG 05.05.2018

Enseñanzas de Amma, compartidas por Luis

Sobre la Muerte

En este satsang compartiremos una enseñanza de Amma sobre la muerte. Quien más quien menos ha tenido alguna experiencia con la muerte o la enfermedad, directa o indirecta, bien sea porque su trabajo está relacionado con ello, bien por haberle tocado vivir la desaparición del cuerpo de alguna persona cercana. Sin embargo, en este satsang Amma va un paso más allá y nos habla no sobre la muerte de los demás, que de una forma u otra puede resultar dolorosa, sino de nuestra propia muerte, que supone, como ella dice, “el mayor golpe para el ego”. A través de sus sabias palabras, Amma nos invita a reflexionar  sobre nuestra  propia desaparición como un trampolín para avanzar más rápido por el sendero espiritual.

El ambiente se tornó más solemne cuando uno de los brahmacharis preguntó: “Amma, ha dicho en varias ocasiones que los Mahatmas y las escrituras afirman que deberíamos darnos prisa en realizar al Ser o romper las cadenas que lo mantienen atado al mundo. ¿Qué quiere decir Amma con que debemos darnos prisa?”

“Es la urgencia por conocer a Dios o al Ser. Imaginad que os diagnostican una enfermedad muy grave. Los médicos os dicen que debéis empezar a tomar tal o cual medicina inmediatamente, sin demora. ¿Qué haréis? Intentaréis conseguirla al instante. Tal vez os resulte muy cara, pero no importa el precio. Y si no la tienen en vuestra ciudad, iréis a la siguiente, y si allí tampoco la encontráis, iréis a otra ciudad. Puede que incluso tengáis que ir a otro país para recibir tratamiento o someteros a una operación. Así que lo hacéis. No dudáis en dar esos pasos. Por supuesto que hay gente que no puede permitirse todo esto, pero la mayoría de las personas harán lo imposible por encontrar una cura. ¿Por qué? Porque la enfermedad amenaza sus vidas y no quiere morir. Vosotros no queréis dejar este hermoso planeta ni las cosas que apreciáis, ni las personas que amáis, ni lo que tiene valor para vosotros. Tan sólo pensar en la muerte, os hace temblar.”

                “Tratad de imaginar qué ocurrirá cuándo muráis. El cuerpo que vuestros seres queridos, vuestra esposa, hijos y padres tanto han amado, será llevado al cementerio. Nadie querrá conservarlo. Nadie lo querrá mirar. Su mera presencia asusta. Todo el mundo deseará quitárselo de encima lo antes posible, así que vuestro cuerpo será enterrado, o alguien encenderá la pira funeraria y habréis acabado para siempre. Tembláis al pensar que después de muertos el mundo seguirá sin vosotros y vosotros vais a echar de menos todo lo que os es hermoso: vuestro hogar, vuestros amigos, vuestra joven y bella esposa, vuestros hijos, las flores del jardín y su fragancia. Os sentís desgraciados al pensar que no los volveréis a ver, que no contemplaréis de nuevo la sonriente cara de vuestro hijito, que vais a extrañar todo lo que amáis.”

                “No volveréis a ver la Naturaleza en toda su hermosura, ni los ríos, montañas y valles, ni el Sol y la Luna, ni las estrellas y los océanos. Desaparecerán las fiestas y celebraciones, las cariñosas y reconfortantes palabras de vuestra esposa o esposo, las afectuosas caricias de vuestros seres queridos, todo desaparecerá. No sabéis a dónde iréis, pero sospecháis que todo será oscuridad a vuestro alrededor. ¿Os lo imagináis? Os asusta pensar en la muerte. Tan sólo de pensar en qué estado de indefensión os encontraréis cuando la muerte llegue, os puede originar un intenso anhelo de abrazaros al principio salvador de la vida, a la Verdad Suprema. Es el anhelo de realizar la inmortalidad del Ser.”

                “Mucha gente  no quiere meditar porque la quietud que han experimentado al hacerlo les lleva a pensar que van a morir. Sugunan-Acchan (el padre de Amma) tenía mucho miedo cada vez que ella meditaba. A Amma le contaron que él pensaba que Ella iba a morir si la meditación duraba más tiempo del habitual. Para salvar a Amma de la muerte, él la sacudía con violencia o le echaba cubos de agua por encima de la cabeza. El pobre Acchan no tenía ni idea de qué era meditar. Él no sabía que la meditación es el principio salvador  que nos hace inmortales y eternos. La meditación nos lleva por el ciclo de la muerte y el renacimiento. La meditación es ambrosía. En realidad evita el miedo a la muerte. Quita el ego y lleva al estado de no-mente. Una vez que transcendéis la mente, no podéis morir. La meditación ayuda a contemplar todo como una placentera representación teatral, de modo que hasta la hora de la muerte se convierte en una experiencia cautivadora.”

                “Así que, hijos míos, esta urgencia llega cuando todos vuestros sueños y esperanzas se derrumban. Y están destinados a caer, porque tratáis de encontrar la felicidad en el lugar equivocado, donde no la podéis alcanzar.”

                “Un hombre andaba por la calle a gatas: ` ¿Qué estás buscando? ´, le preguntó otro. `Mi llave´, respondió. Los dos emprendieron la búsqueda a gatas. Después de un rato, el vecino preguntó: ` ¿Dónde la perdiste?´, `En casa´, le contentó aquél. ` ¡Dios mío!´, exclamó el vecino, `entonces, ¿por qué la estás buscando aquí?´, `Porque hay más luz´. De la misma manera, la felicidad se encuentra en vuestro interior, pero la buscáis fuera y, así, es inevitable  vuestra frustración. Comenzáis a sentir que vuestra vida está en peligro y que no podéis aferraros a nada si no es a Dios o a un Poder Universal. El miedo de que la muerte os lo vaya a arrebatar todo, os lleva a buscar una salida. Esta búsqueda, al final, os conduce al verdadero camino, al camino espiritual. Vuestra búsqueda para vencer a la muerte acabará por llevaros hacia vuestro Verdadero Ser.”

                “El hombre quiere vivir eternamente. Nadie quiere morir. La vida y el amor, no la muerte, son el impulso natural que vibra dentro de todo ser vivo. Los seres humanos quieren vivir, vivir y vivir. Siente el apremio de aferrarse a todo lo que puedan, incluso al Universo. No quieren perder nada. Mucha gente ofrece distintos modos y técnicas sobre cómo vivir. Con frases como: `Consiga su más profundo deseo en diez simples pasos´ os tientan para que compréis su método para conseguir la felicidad y la satisfacción. Pero, ¡qué pena! Nadie da con el camino verdadero más que los buscadores sinceros. En ninguna parte del mundo se puede aprender a morir, a matar el ego, a desprenderse de los apegos, la ira, el miedo y todo lo que os impide alcanzar la paz perfecta. El hombre no sabe que en el proceso de poseer, dominar y llegar a la cumbre, inconscientemente está perdiendo. Cada vez se acerca más a una pérdida irremediable, una pérdida que nunca podrá compensar y desaprovechará la oportunidad de transcender el ciclo de la muerte y el renacimiento, lo cual es el verdadero propósito del ser humano en esta vida. Tan sólo el pensar: `Estoy perdiendo, no estoy ganando nada en absoluto´, puede, a veces, ayudaros a sentir esa urgencia y a acercaros al camino espiritual.”

                Todos permanecían sentados, absortos en las palabras de Amma. Ella prosiguió:

“Hijos míos, todos habéis oído hablar del gran santo Tulsidas. Claro que hoy todos le conocemos como un santo pero, antes de su búsqueda espiritual, él era un hombre de negocios. Estaba locamente enamorado de su mujer y su apego a ella, su deseo físico por ella, era tan intenso que ni siquiera quería ir a trabajar. En una ocasión en la que su esposa fue a casa de sus padres, el deseo de Tulsidas por ella se hizo tan intenso e incontrolable que caminó una larga distancia, de noche, con viento y lluvia para estar junto a ella. Tal era su determinación que incluso confundió un cadáver con una barca y así, cruzó un río torrencial. Finalmente, pasada la medianoche, llegó a su destino y descubrió que todas las puertas estaban cerradas con llave. Como la habitación de su esposa estaba en el piso de arriba, tuvo que escalar para llegar hasta allí. Confundiendo una pitón con una gruesa cuerda, escaló por ella y se deslizó a la habitación de su mujer. Después de tantas dificultades, esperaba que su esposa se alegrase de verle. Sin embargo, esta se avergonzó tanto de su demente apego por ella que le dijo: `Si hubieras dirigido este anhelo que sientes por mí hacia Dios, hace tiempo que lo habrías realizado.´”

                “Estas palabras sacudieron a Tulsidas, golpearon su ego e, incluso, debió sentirse terriblemente avergonzado por su estúpido y loco apego. Se dio cuenta del peso de su apego y todo su ser, cada célula, cada átomo de su cuerpo, cada latido de su corazón, cada respiración y cada poro de su piel se volvieron hacia adentro y, en aquél preciso instante fue consciente de la pesada carga que había soportado en nombre del amor. Su corazón se detuvo un instante para soltar aquella pesada carga y, acto seguido, se llenó de puro amor por Dios.”

                “En aquél momento decidió morir a su conciencia corporal y vivir en la Conciencia de Dios. Abandonó a su mujer y su hogar y deambuló como un asceta. Más tarde se convirtió en el renombrado santo que conocemos por el nombre de Tulsidas.”

                Tras unos minutos, la Madre prosiguió: “La hora de la revelación que ha llegado a muchas grandes almas, también puede llegaros a vosotros. Todo el mundo está preparado para alcanzar ese estado final de desapego de lo mundano, del ego. Debe llegar porque esa es la fase final de la evolución. No lo podéis evitar. Consciente o inconscientemente, podéis intentar esquivarlo hoy pero, antes o después, vais a soltar todo aquello a lo que os aferráis: posesiones, riquezas, cuerpo, todo lo que reclamáis como vuestro. Creéis que tenéis un cuerpo infinito para vivir, pero la conciencia crece a cada instante, sin que os deis cuenta. El destino final de toda alma es la liberación de los obstáculos que se interponen ante la paz y la satisfacción.”

                “Cuando ese momento llegue, soltaréis el ego y no pelearéis más. Ya no protestaréis, ni siquiera os pararéis a pensar si lo debéis dejar ir o no. Simplemente, os inclinaréis y os rendiréis. En lo más profundo, todas las almas están esperando que ocurra este gran desapego. La mayoría de la gente no lo siente así ahora porque sus consciencias están muy bajas, pero esta urgencia llegará un día.”

                Un brahmachari preguntó: “Amma ha dicho: `no hay lugar en el mundo donde uno pueda aprender a morir´. ¿Es la muerte algo que se puede aprender? ¿Puede Amma explicarlo?”

                “Sí, la muerte es un arte que se puede aprender y practicar abandonando el ego. Sólo se puede aprender practicando la meditación. Puesto que la muerte es la mayor amenaza, el mayor miedo, el mayor golpe para el ego, los seres humanos intentan a cada momento tapar y olvidar ese miedo a la muerte persiguiendo los placeres mundanos. Para evitar el pensamiento de la muerte, la gente quiere darse gusto y disfrutar la vida creando y cumpliendo sus deseos.

                >>Hijos, con cada cumpleaños damos otro paso hacia la muerte. Es el día de la muerte también. Los cumpleaños vienen a recordar el día fatal, el momento de la muerte misma. Pero no queremos acordarnos de eso, así que lo celebramos como un día de nacimiento. Organizamos una gran fiesta, invitamos a los amigos y parientes a cantar `Cumpleaños feliz o `Larga vida para tal y tal´.

                >> Sólo pensamos en la vida. Nunca queremos pensar en la muerte porque sentimos que la muerte es la aniquilación completa, la destrucción completa y la disolución de todo lo que pensamos sobre nosotros mismos. Aun así, el recuerdo de la muerte sigue viniendo y, cuanto más intentamos olvidarla, más viene. Y cuanto más frecuentemente pensamos sobre la muerte y su incertidumbre, más miedosos nos volvemos. Este miedo nos priva de nuestra paz interna. Sólo cuando aceptemos que es inevitable, sentiremos la urgencia de buscar la paz interna y la verdadera felicidad. Por eso, para vivir realmente una vida de felicidad y plenitud, debemos aprender a morir. Pero, por desgracia, no sabemos cómo morir en paz.

                >> En todas partes del mundo la gente muere con mucho dolor, pena y sufrimiento. La muerte es uno de los dolores más insoportables. Todos se aferran a este bello mundo, a su cuerpo, a sus riquezas, sus amigos y familiares, a sus casas, etc. El pensar que la muerte se lleva y aniquila todo esto, es muy doloroso. Entonces, mueren en el dolor y la tristeza porque no quieren dejar estas cosas. Quieren agarrarse a la vida y esto crea una lucha interior. Esta lucha provoca el intenso dolor de la muerte, pues no desean abandonar nada. Mucha gente está inconsciente mientras muere, pero en su interior hay lucha, conflicto y una pelea impotente contra la muerte según llega.

                >>Hijos, no muráis inconscientemente. Aprended a morir con conciencia. Si aprendéis a morir con conciencia, podéis decidir que deberíais ser, dónde y qué deberíais ser en vuestra próxima vida. O si no queréis volver a este mundo, eso también es posible.

                >>Amma ha oído hablar de un Mahatma al que mataron con un veneno. Este lo aceptó sonriente y, con alegría, escuchó las palabras del carcelero que le instruyó sobre cómo debía tomarlo. Sus manos no temblaron. No sentía ansiedad o miedo ante la muerte. Con mucha calma y tranquilidad, sorbió el líquido y rezó. Mientras estaba tumbado esperando la muerte, pudo describir cómo actuaba el veneno en su cuerpo. Murió conscientemente. Esto es el morir real; la muerte real ocurre cuando eres testigo de la muerte de tu cuerpo. Para tal persona, la muerte fue una experiencia real. El hombre es conciencia, por lo tanto debe aprender a vivir con conciencia.”

                Las palabras de Amma sobre la muerte consciente nos recuerdan aquella ocasión durante el Devi Bhava en la Sugunanandam, su padre, pidió que Devi abandonara el cuerpo de su hija. Al principio, él y muchos del pueblo ignoraban la unidad de Amma con El Supremo Absoluto. Creían que Krhsna y Devi la poseían tres días a la semana durante el Bhava Darshan y que el resto del tiempo estaba loca. “¡Quiero que me devuelvan a mi hija!”, gritó a la Madre durante el Devi Bhava. La Madre respondió: “Si te devuelvo a tu hija, ella no sería más que un cadáver que pronto se descompondría y tendrías que enterrarla.” Sugunanandam continuó pidiendo que su hija regresara y la Madre dijo: “Si así lo deseas, aquí tienes a tu hija. ¡Llévatela!”. Al instante, la Santa Madre cayó al suelo. Su cuerpo estaba rígido, su corazón dejó de latir y no respiraba. Aparentemente estaba muerta. Lleno de remordimiento, Sugananandam imploró a la Madre Divina por la vida de su hija. Los devotos que habían venido para Bhava Darshan fueron invadidos por la tristeza y rezaban con mucho fervor. Pasaron ocho horas en las que no hubo el más mínimo movimiento en su cuerpo antes de que ella retornara a la vida.

                Aquí, pues, Amman nos ilustra cómo morir con conciencia y regresar al cuerpo con conciencia. Una vez que aprendes a morir, podréis elegir vuestro nacimiento y vuestra muerte. Todo estará perfectamente bajo vuestro control.

“Hijos”, continúa Amma, “aprended a morir con gozo. De la misma manera que celebráis el cumpleaños o el nacimiento, dejad que la muerte y el morir sean momentos de gran celebración y gozo. La meditación es aprender a morir con gozo. Esto puede ocurrir solamente si aprendéis a desapegaros mientras vivís. A través de la meditación, podéis aprender a desapegaros, a no ataros. Toda vuestra vida debería ser una preparación para morir felices pues sólo cuando hayáis aprendido a hacer frente a la muerte con alegría, podréis vivir felizmente. Porque entonces os daréis cuenta de que la muerte, al igual que la vida, es también una verdad, que la muerte no es aniquilación, sino la total libertad de las garras del ego.

                >> Hijos, aprended a aceptar la muerte; dadle la bienvenida y saludadla. Sed amables con ella y la muerte será vuestra amiga. Una vez que hayáis aprendido a recibirla, desaparecerá todo miedo y comenzaréis a vivir en verdadera paz.

                >> El momento que viene no es nuestro. Sólo el presente nos pertenece. La verdadera vida es vivir en el presente, dejar el pasado y olvidar el futuro. No sabemos si acto seguido estaremos aquí, en nuestro cuerpo. Puede que expiremos y no volvamos a inspirar de nuevo. ¿Quién sabe si despertaremos mañana? Los grandes sabios y santos siempre vivieron momento a momento. Nunca hicieron planes para el futuro.  Solamente una persona que vive el momento puede liberarse por completo del miedo. Únicamente así se puede abrazar la muerte en paz. Este vivir en el presente es posible tan sólo a través de la meditación y las prácticas espirituales. Cuando hay ego, hay miedo a la muerte. Una vez que se transciende, uno ya no tiene ego y el miedo a la muerte también desaparece. En este estado, la muerte se convierte en una gran ocasión de celebración. Para los que viven el momento, la muerte, que con tanto miedo se vive, se transforma en una experiencia apacible y amorosa.

                >> Cuando la muerte llega, nos sentimos desamparados. El recuerdo constante de la posibilidad de la muerte es la mejor manera de aprender humildad. La humildad es abandonarse y esto es agachar la cabeza ante toda existencia. Entonces, ya no hay ego. Una persona sin  ego no muere, porque ya no es un cuerpo. Es conciencia. Sólo la gente que se identifica con el cuerpo morirá.”

                Los profundos discursos espirituales de Amma sobre vivir el momento presente, sobre cómo morir y cómo la hora de la muerte puede ser un gran evento, una experiencia dichosa, nos recuerdan la gran declaración de los Upanishad: “La realización del Ser está aquí y ahora, en este preciso momento”.

                Un devoto formuló otra pregunta: “Amma, ¿Cuál es la mejor manera de desprenderse del ego y abrazar la muerte con amor?” Amma dijo: “Confiad, simplemente confiad en la existencia del Gurú. Sólo confiar en el Maestro Perfecto os ayudará a deshaceros del ego y de todos los pensamientos egocéntricos  y os permitirá abrazar la muerte con amor. Vivid la vida de manera bella. La belleza que impregna vuestra vida se manifiesta en la belleza de vuestra muerte. Pero, en la vida, esta belleza sólo es posible cuando os entregáis a un Maestro real. Entregarse a un Maestro real es entregarse a toda la existencia.

                >> Un Maestro real os enseña a aceptar  todo lo que os ocurre en la vida. Os enseña a estar agradecidos por lo bueno y lo malo, lo acertado y lo equivocado, los amigos y los enemigos, los que os hieren y los que os ayudan, los que os aprisionan y los que os liberan. Un Maestro os ayuda a olvidaros del oscuro pasado y del brillante futuro lleno de promesas. Os ayuda a vivir la vida en el momento presente con total plenitud. Os hace saber que toda la Naturaleza –cada cosa, cada persona, hasta vuestro enemigo- os está ayudando a evolucionar y a alcanzar la Perfección.

                >> Cuando uno está agradecido por todo, lo dará todo por abrazar la muerte con amor y con una bella sonrisa en su rostro. Para tal persona, la muerte es extraordinariamente hermosa. Para él, la muerte no es un enemigo al que temer. Por el contrario, la muerte se convierte en la mejora amiga. Sin conocer la vida, no podéis conocer la muerte. Para quien no ha conocido la vida, para quien no ha vivido la vida en todo su esplendor, la muerte es oscuridad, es el fin. Pero para el que ha conocido la vida, la muerte es el corazón de la existencia. La vida florece en la muerte. Por eso, los grandes maestros, a pesar del sufrimiento de sus cuerpos, pudieron morir con amplias sonrisas de felicidad en sus rostros. Abrazaron la vida con amor desbordante. Abrazaron toda la existencia, toda experiencia, buena y mala; por tanto, fueron capaces también de abrazar  también la muerte.

                >> El arte de morir sólo puede aprenderse entregándose a un verdadero Maestro. Él os ayuda, también ayuda a vuestro ego a morir en Él y también os ayuda a vivir. No hay garantía de futuro, ni siquiera para el momento siguiente, sólo la muerte es la garantía del futuro o del momento venidero. Este momento es para vosotros, el próximo puede ser la muerte, ¿quién sabe? Por lo tanto, vivid el presente de manera correcta. Sólo este momento es la garantía, el futuro ya no pertenece al presente.”

Me gustaría terminar este satsang citando un pequeño fragmento de la autobiografía del Swami Paramatmananda, “Camino hacia la libertad”, poco tiempo después de que muriese su primer Maestro Ratnamyi: “Por la noche, al acostarme, se me apareció Ratnamyi. Me miró como si deseara que le dijera algo. Me aventuré a preguntarle: `Ratnamyi, ¿qué le sucedió en el momento de la muerte?´ Según mi visión, en aquel momento parecía estar en samadhi, o perfecta Unión con Dios. Y él me respondió: `Sentí una fuerza que surgía desde dentro de mí y me invadía. Me entregué a ella y me sumergí en Eso.´ Después de estas palabras, se alejó en dirección al cielo y, lentamente, desapareció.” Aquí podemos ver cómo las palabras de Amma se confirman punto por punto. Recemos para tener la fuerza de abrazar nuestra propia muerte con amor y entrega. Muchas gracias. Om Namah Shivaia.

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