Satsang de la semana

Satsang de la semana

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Domingo, 18 Noviembre 2018 21:55

NO JUZGUÉIS A NADIE

SINTESIS SATSANG 17.11.2018

NO JUZGUÉIS  A NADIE

“Sabiduría Eterna Vol. 1” y “Despertad Hijos Vol. 3”

“Hijos, ¿para qué venís aquí? ¿Cuál es vuestro propósito? ¿Qué objetivo tenéis?”

En este sat-sang compartiremos una corta pero profunda enseñanza de Amma sobre los juicios hacia los demás y la necesidad de la compasión. La gente en general, pero más aún en la gente que seguimos a Amma o que siguen algún tipo de camino espiritual, nos sentimos más o menos orgullosos en un sentido positivo cuando experimentamos compasión hacia alguien, o emitimos un juicio favorable (“será que ha tenido un mal día, yo también hubiera actuado así en su lugar”, cuando un empleado del metro o del banco nos trata con un poco de rudeza o seriedad) y pensamos que eso debe ser a donde apunta Amma cuando nos dice que debemos ser compasivos con los demás y ponernos en su lugar antes de emitir un juicio negativo. Pero,  ¿qué ocurre cuando esa persona, ese empleado de tienda, vuelve a tratarnos mal, qué pasa con el compañero de trabajo, de seva, o de piso, que no nos cae bien desde hace tiempo, qué ocurre con ese familiar que trata mal a otros que quizá no sepan defenderse o que nos intenta fastidiar enjuiciando la vida que llevamos? En definitiva, ¿qué pasa con esas relaciones que se han encasillado en un rencor o irritación, mutua o no, con esas personas más o menos habituales en nuestras vidas que no conseguimos “tragar”, como dice la expresión? ¿Qué ocurre en nuestra mente en estas situaciones? ¿Somos capaces en estos casos de poner en práctica las enseñanzas espirituales que hemos escuchado tantas veces?  ¿Qué nos pide Amma que hagamos en estas circunstancias?

                Sin duda, las expresiones más o menos espontáneas de compasión o de juicios favorables hacia otros nos salen del corazón, y nos dan una señal de nuestro desarrollo espiritual. Pero Amma nos invita a ir un poco más allá, sólo un poco más allá, y esforzarnos precisamente con las personas con las que nos cuesta un poco más practicar las enseñanzas espirituales. Nos da indicaciones sencillas para seguir purificando nuestro corazón y que se cumpla su deseo, el de que sus hijos, todos nosotros, nos acerquemos un poco más hacia sus cálidos brazos.

Mientras la Madre estaba dando Darshan, uno de los devotos mencionó el nombre de otra persona y le preguntó a la Madre por él. : “Amma, ¿por qué le dejas entrar aquí? Es muy desagradable y tiene muy mal carácter”.

                La Madre contestó: “Hijo, Dios baja a la Tierra por el bien de las personas que viven en la ignorancia. Ellos necesitan transformarse. ¿Cómo puedes juzgar a alguien si tú mismo estás hundido en la ignorancia? ¿Acaso no sabes lo mucho que esa persona ha cambiado? ¿No sabes que se arrepiente de su pasado? Las personas como él son las que más atención necesitan. Cuando alguien así cambia a mejor, la sociedad se beneficia mucho.Para eliminar una pequeña mancha, basta con aplicar un poco de quitamanchas, pero si la mancha es mayor y más densa, hay que utilizar más cantidad. De la misma forma, las personas que ya tienen inclinación espiritual no necesitan mucha atención ni dedicación.  Sin embargo, alguien que ha echado su vida a perder, viviéndola sin principios ni valores, necesita mucha atención y dedicación personal para ser reeducado y poder vivir así una vida mejor. El café suave sólo necesita un poco de leche. El café fuerte necesita más. La Madre está dispuesta  a volver a nacer las veces que haga falta para ayudar a esas personas. ¿Cómo va la Madre a abandonarlos? ¿Quién va a cuidar de ellos?

Si a esa persona se le impide visitar a la Madre por tu juicio de valor, entonces al que hay que echar es a ti. Deberías recibir el mismo trato, pues serías más ignorante que él. Al menos, él reconoce abiertamente sus errores y expresa remordimiento. Mientras que tú ni siquiera sabes cuánta negatividad llevas en tu interior. ¿Te crees un alma perfecta? En absoluto. ¿Estás pidiéndole a la Madre que abandone a las personas que viven en la ignorancia? No es el cuerpo un producto de la ignorancia? ¿Acaso no lo abandonamos? Este mundo no es sino ignorancia, maya. ¿Por qué intentamos poseer cada vez más cosas cuando sabemos que todo es una ilusión? Cada uno cree que sólo él es el bueno y que el resto son malos. Eso no es verdad. Si fueseis buenos, si hubiera bondad dentro de vosotros, veríais la bondad en todas las cosas. Veis lo malo de los demás porque en vuestro interior hay mal. Hijos, intentad poner en práctica esta verdad. No señaléis las faltas y errores de los demás. Ved los vuestros e intentad corregirlos. Que vuestros errores, vuestro ego, sean una carga para vosotros, no para los demás.

                Sólo cuando seamos conscientes de nuestro propio ego, podremos eliminar nuestras faltas. Por ahora, no podemos cargar con el ego  y los errores de otra persona. Con los nuestros, basta. Hoy en día pensamos: “Mi ego es bonito, pero el de esa persona es feo”. Debemos abandonar esta actitud. Hijos, intentad ser humildes. Estamos aquí para ver a Dios en los demás, no lo malo que hay en ellos ni su ignorancia. Eso es lo que deberíamos practicar  porque para ver lo malo no necesitamos ni un Guru ni un ashram. Hijos, ¿para qué venís aquí? ¿Cuál es vuestro propósito? ¿Qué objetivo tenéis? No hay duda de que se trata de eliminar los viejos hábitos y las viejas tendencias, de llevar una vida más elevada basada en principios espirituales. No lo olvidéis. Recordad vuestro objetivo. Si veis la ignorancia y los fallos de los demás, os olvidaréis del objetivo por el que acudís aquí.”

El devoto se sintió culpable por sus desconsideradas palabras y dijo arrepentido: “Amma, siento haber hecho ese comentario. Amma, por favor, perdóname por ser tan ignorante. Tú sabes qué es lo mejor para cada uno. Mi ignorancia es tan grande que me olvidé de que lo sabes todo y dije esas palabras tan desconsideradas”: Con la compasión de siempre, la Madre le dio unas palmaditas cariñosas en la espalda y le dijo: “No pasa nada, hijo. Suele ocurrir. Esa es la naturaleza de la mente. Piensa en las veces en las que un niño se cae y se hace daño antes de aprender a andar bien. Cometer errores es muy humano, pero intenta no repetirlos. Intenta aprender una lección de cada error que cometas y procura no volverlo a repetir. Si ocurre sin querer, no pasa nada. No te preocupes. Pero repetir el mismo error conscientemente es una tendencia de los instintos más bajos. No lo hagas. Trata de superar esa debilidad, porque si persiste, te arrojará a una oscuridad en la que no hay salida”.

“Si alguien se encoleriza, procurad estar atentos para impedir que vuestra mente no se vea  afectada o se sienta alterada. Algunos dirán: “No he hecho nada malo y sin embargo me han reñido. Por eso me he enfadado”. Deberíais considerarlo de esta otra manera: “Es posible que esa reprimenda tenga algún valor para mí, aunque no haya hecho nada malo”. A continuación deberíais rezar: “¡Oh, Señor!, cualesquiera que sean las faltas que pueda cometer, te ruego que las elimines en este mismo momento. Señor, por favor, señálame los errores. ¡Oh, Señor! Confíame Tu trabajo y no me dejes perder el tiempo. Señor, cualquiera que sea el trabajo que realice, pueda sentirlo como Tu Trabajo. ¡Oh Señor!, que los otros puedan mostrarme mis faltas para que me sea dada una comprensión más justa. Haz que no sienta odio ni ira hacia ellos, ya me muestren los errores de una forma amable o hiriente”. Así debería ser la oración de un devoto o de un auténtico buscador espiritual.

                Ejercitémonos en aprender a ver a Dios, La Esencia Pura, en todas las cosas y en todos los seres, incluso en los malvados, y a no ver en ellos al demonio. Si veis al demonio en los demás, esas mismas fuerzas negativas os devorarán y, al final, vosotros mismos os volveréis un demonio. Hijos míos, ese no es vuestro camino. Odiad el mal, pero no a aquél que lo hace. Si alguien es egoísta o egocéntrico, odiad el egoísmo o el egocentrismo, pero no a esa persona. Podemos hacerlo si realmente lo intentamos. Si un hijo es alcohólico o drogadicto, los padres odiarán su hábito de beber o su adicción a las drogas, pero seguirán amando a su hijo. De hecho, estos hijos reciben a menudo un amor especial por parte de sus padres. De la misma forma, intentad amar a los otros aunque sean malvados.”

Palabra estas de Amma, muy prácticas, muy profundas. En este sat-sang, Amma nos dice claramente cómo debemos actuar y qué actitud deberíamos tener hacia los demás. Recapitulemos sobre algunas frases: “Cada uno cree que sólo él es el bueno y que el resto son malos. Eso no es verdad”. “Si veis al demonio en los demás, esas mismas fuerzas negativas os devorarán”.  “Odiad el mal, pero no a aquél que lo hace. Si alguien es egoísta o egocéntrico, odiad el egoísmo o el egocentrismo, pero no a esa persona.”

A veces perdemos de vista la importancia de las enseñanzas del gurú, ya sea porque pierden ese aire de novedad que sentíamos al comenzar el camino espiritual y la costumbre haces que pierdan su sensación de importancia,  ya sea porque el día a día hace que nos olvidemos de la promesa de seguir  las palabras de Amma, ya sea por otras razones.

Un día, un joven le pidió a su Maestro que le aceptara como discípulo. El ashram tenía ya un gran número de residentes. El gurú le dijo: “La vida espiritual es muy dura. Es mejor que vuelvas después, cuando tengas más años.”El joven se mostró tan decepcionado que el gurú dijo: “Está bien ¿Qué sabes hacer?” El Maestro sugirió distintos trabajos, pero el joven no estaba acostumbrado a ninguno. Finalmente sugirió: ¿Por qué no te haces cargo de los caballos?” “Como tú desees”, respondió el discípulo. Le hicieron, pues, responsable de los caballos. El nuevo discípulo realizaba su tarea con gran dedicación. Los caballos se volvieron más fuertes y su salud mejoró. Normalmente el gurú no daba instrucciones particulares a los discípulos. Cada mañana, les entregaba un versículo para meditar y poner en práctica en su vida. Tal era su método de enseñanza. Un día el Maestro entregó los versículos antes de lo acostumbrado. Se preparaba para salir de viaje en uno de los caballos cuando el joven discípulo, que hasta ese momento estaba concentrado en su trabajo, acudió a él para recibir su versículo, diciendo: “Maestro, ¿cuál es mi lección para hoy?”. El gurú respondió con severidad: “¿No ves que me voy de viaje? ¿Es momento para hacerme semejante pregunta?”  Montó el caballo a horcajadas y salió al trote. Sin embargo, esto no le hizo perder el ánimo. Se puso a meditar en las palabras del gurú: “¿No ves que me voy de viaje? “¿Es este el momento de hacer semejante pregunta? ”

                El maestro volvió por la tarde y no vio al joven entre los discípulos. Les interrogó y estos respondieron en son de burla. “Este bobo está sentado en alguna parte farfullando frases como: “¿No ves que me voy de viaje? ¿Es momento para hacerme semejante pregunta?”  Y se desternillaban de risa. El gurú comprendió lo sucedido. Llamó al joven y le preguntó qué hacía. Él respondió: “Maestro, meditaba en lo que me dijiste esta mañana”. Los ojos del gurú se llenaron de lágrimas. Puso las manos en la cabeza del discípulo y le bendijo. Los demás se fueron disgustados, quejándose: “Maestro, hace mucho tiempo que estamos aquí y tú nos ignoras. ¿Por qué le das tanto amor a ese tonto?” El gurú pidió a uno de ellos que fuera a buscar una especie de bebida alcohólica. Tomó la sustancia y la mezcló con agua y les dio a beber un poco a cada uno, diciéndoles que la escupieran inmediatamente. Después les preguntó: “¿Alguno de vosotros se siente alcoholizado?” “Pero, ¿cómo? Si nos has dicho que la escupiéramos enseguida”.

                Entonces dijo el Maestro: “Eso mismo es lo que hacéis cuando os entrego los versículos cada mañana. Oís los que os digo y de inmediato lo olvidáis. Pero este joven que envidiáis es distinto. Acepta lo que le digo sin ponerlo en duda, tan grande es su inocencia. Además, cuando os ocupabais de los caballos, sólo eran piel y huesos porque no los alimentabais correctamente. Tampoco los aseabais y estaban nerviosos y daban coces a quien se les acercara. Desde  que él está al cargo, tienen buena salud y han aumentado de peso. Si uno se acerca a ellos, vienen al encuentro moviendo la cabeza en señal de amor. A él no le basta con cuidarlos, los ama. Ha cumplido con su obligación con sinceridad y constancia, realizando cada acción por sí misma. Por encima de todo es capaz de integrar todo lo que le digo sin ponerlo en duda.” “Hijos míos, debemos ser como este discípulo y no pensar que las palabras de gurú carecen de sentido. Debemos estar dispuestos a reflexionar  en sus palabras y asimilarlas completamente. El Maestro  sólo puede derramar su Gracia en un discípulo que se comporta de este modo.”

Practicar el perdón, la paciencia, el no juicio, nos aporta paz y más paz, aunque aparentemente el otro no cambie ni se vea afectado por ello. Practicar la ira, el juicio de valor y la falta de paciencia nos llena de sufrimiento, y a menudo, el otro no se ve afectado por ello. La ira es como beber un veneno y esperar que le haga efecto al otro. En la medida en que nos esforzamos por poner en práctica las enseñanzas de Amma, Ella nos ayuda a llegar allí a dónde nosotros no podemos llegar.  A menudo Ella nos recuerda que lo que más importa no es tanto poner en práctica una enseñanza, sino intentarla poner en práctica una y otra vez, con la actitud de querer intentarlo una y otra vez. Esta actitud es la que purifica nuestro corazón y la que hace que su Mano nos eleve ahí donde nuestro esfuerzo no puede llegar. Intentemos poner en práctica esta sencilla petición de Amma, intentemos con todas nuestras fuerzas no juzgar y perdonar los errores de nuestros hermanos y hermanas. Y recordemos una y otra vez a Amma, la Madre Divina que se acerca tres pasos cuando nosotros nos acercamos uno a Ella. Tengamos la fortaleza de dar un pasito más hacia Ella, para que Ella pueda dar otros tres o diez pasitos hacia nosotros.

Gracias. Om Namah Shivaya

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