Satsang: Sat: Verdad, Ser. Sanga: unirse a.
SINTESIS SATSANG 11.07.2021
Enseñanzas de Amma, compartidas por Ânand
La naturaleza nos enseña quién manda
Amma, sobre el virus corona y el medio ambiente.
Hijos, en las empresas, cuando los trabajadores paran, la compañía incurre en pérdidas y hasta puede tener que cerrar. Pero si la naturaleza cesa de trabajar, el mundo entero colapsa. Al menos, desde ahora en adelante, tras la experiencia de sufrimiento por esta pandemia, el hombre debería aparcar su egoísmo, dejar de hacer daño a la Madre Naturaleza y reconocer que ella es la maestra definitiva. Tenemos que generar la actitud de que nosotros sólo somos sus servidores. Debemos practicar la humildad, servicio y respeto y pedirle que perdone nuestros delitos contra ella. Con la pandemia del virus corona, ella finalmente ha mostrado que ya no está dispuesta a soportar, sufrir y perdonar constantemente todas las indignidades que acumulamos contra ella.
El aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que nos nutren, la casa en la que dormimos, el sol que nos proporciona su energía; estamos en deuda con la naturaleza por todo ello. Nuestra vida en la tierra solo es posible por el esfuerzo combinado de todas sus criaturas. Los ríos, los árboles, las abejas, las mariposas y los gusanos, todos ellos tienen su papel. Si ellos no existieran, nosotros tampoco existiríamos. No habría vida. Si visualizamos la naturaleza como un árbol, todas las criaturas serían las ramas, hojas, flores y frutos. El árbol es un todo gracias a cada una de sus partes. Si una de estas partes se destruye, el resto pronto sucumbirá también. Sin la Naturaleza, la especie humana no existiría.
Conservamos la memoria de un tiempo en el que reconocíamos esta verdad y vivíamos en armonía con la Naturaleza, amándola y sirviéndola. En esos tiempos, los aldeanos no sabían leer ni escribir, pero sabían mantener un estanque y un pequeño altar en su propiedad. Protegían incluso a las aves migratorias y ponían cuidado en no herir ni a una criatura. Pero según fueron creciendo nuestro egoísmo y codicia, nuestro vínculo con la naturaleza fue deteriorándose. Los habitantes de los bosques pueden haber cazado, pero solo lo necesario para sobrevivir. Igual que una vaca solo come para satisfacer su hambre, o un pájaro bebe lo justo para saciar su sed, ellos cazaban para cubrir las necesidades diarias, no para acaparar. Pero hoy en día la gente mata elefantes por su marfil, caza animales por su piel y tala bosques para hacer dinero.
En mi infancia, cuando se iba a cortar un árbol, se celebraba con la solemnidad de una boda. Antes de cortarle, se le veneraba y se rezaba para pedir su perdón: “Hago esto porque no tengo otro modo de sobrevivir. Por favor, perdóname.” Los árboles no eran nunca considerados como materia inerte. Solíamos proteger a las especies en extinción; ahora las llevamos a ese estado de extinción. Tenemos que entender que al destruir la Naturaleza nos destruimos a nosotros mismos; que cada árbol que cortamos es como un ataúd que estamos haciendo para nosotros. Ojalá nunca la humanidad llegue a tener que perecer para que el planeta sobreviva. Ciertamente, son los actos egoístas que ha hecho el hombre a la naturaleza lo que revierte en nosotros en forma de epidemias como el virus corona.
Nos esforzamos en educar a nuestros hijos para que lleguen a ser ingenieros o doctores, porque queremos asegurarles un buen futuro. Pero sin aire puro, suelo y agua, ellos no sobrevivirán en absoluto y mucho menos serán felices. Así que si queremos proteger el futuro de nuestros hijos, debemos proteger el aire, la tierra y el agua.
En verdad, ya hemos ido demasiado lejos por el mal camino como para volver atrás en esta vida. No obstante, intentémoslo. Regresemos tanto como sea posible. Por este “volver atrás”, Amma no quiere decir que renunciemos al confort del mundo moderno ni vivir como monjes: solo que esta generación se impregne de valores espirituales y los transmita a sus hijos. En este momento es como si la Madre Naturaleza estuviera en fase tres de cáncer. Solo nuestros cuidados podrán determinar por cuánto tiempo podrá mantenerse. Nuestros esfuerzos pueden alejar pandemias, terremotos, tsunamis, inundaciones y calentamiento global a grosso modo. Si unimos nuestros esfuerzos podremos recuperar al menos un 10% del camino. Pero también es preciso el factor de la Gracia. Para eso necesitamos esfuerzo, humildad y tratar a la Naturaleza con una actitud respetuosa y de oración.
Amma no quiere asustar a la gente, ni inducirla al miedo, pero normalmente la verdad no es muy dulce. Al avanzar debemos estar alerta y ser cautelosos. Debemos dar a los pensamientos espirituales y a las acciones altruistas la misma importancia que damos normalmente a las que apuntan a fines materiales.
Esta es la necesidad de esta era. Este es el mensaje que nos envía la Naturaleza. Permanezcamos unidos y trabajemos juntos con amor, compasión y paciencia. Oremos intensamente con un corazón cálido.
RESUMEN
Me gustaría compartir el mensaje que Amma nos ha transmitido recientemente sobre la pandemia que estamos viviendo en todo el planeta tierra, que es el que acabo de leer, pues percibo en el mismo muchos mensajes detrás de lo escrito o dicho por Amma, y básicamente que la situación nos pide cambios, cambios a nivel individual.
Cuando estuvo Krishna aquí, una de las cosas que dijo fue: “Volveré tantas veces como el adharma tome cuerpo en el mundo, para restablecer el dharma.”
Personalmente creo que Amma es una encarnación divina, como lo fue la de Krishna, y Amma está entre nosotros para restablecer el dharma, porque el adharma ha tomado cuerpo en el mundo. O sea Dios está con nosotros a través del cuerpo de Amma, como lo estuvo a través del cuerpo de Krishna, y a través de todos los avatares y purnavatares que han encarnado y encarnarán con un solo objetivo, ayudar a la sufriente humanidad. Pues Dios es sólo Amor.
Y Dios está aquí, indicándonos a través del cuerpo de Amma: hijas, hijos, os he obsequiado con un cuerpo humano para que me encontréis, pero no es este el camino, reflexionad y cambiar la dirección en la que tenéis enfocada vuestra vida.
Creo que este es el mensaje esencial que nos quiere transmitir Amma con lo que nos dice sobre la Naturaleza, y quien es el que verdaderamente manda.
Ânand interpreta que no es que la Naturaleza quiera imponer ningún mando sobre el ser humano, sino que lo que desea es que los humanos comprendamos, para que podamos actuar correctamente, y no suframos las consecuencias de unas acciones erróneas, que es lo que nos está pasando y se volverá a repetir de continuar por el camino en el que estamos y como lo andamos.
Entonces, aunque suene a irónico, la pandemia que sufrimos es Amor, es Amor Divino, para evitarnos males mayores. Es como la Madre que le da un cachete a su hijo, para que no repita ciertos actos por los que se va a ver perjudicado si los repite.
En la Naturaleza todo está en armonía, y el hombre que se cree muy sabio, perturba esta armonía, con las agresiones a las que la somete.
Y no perturbamos esta armonía solamente los que van a cazar elefantes por ejemplo para enriquecerse con el marfil de sus colmillos, u otras cosas semejantes, y muy grandes, sino en cosas aparentemente más pequeñas, pero que perturban la armonía que la Naturaleza dimana.
Como ya no soy tan joven voy recordando cosas que he vivido en relación a lo que comentamos que me atrevo a compartir con vosotros/as.
Por ejemplo, hace unos 35 años, veía como la gente iba a bañarse allí donde vivía en aquel entonces, muy cerca de la playa, donde en las rocas se criaban muchos mejillones. No sé si habéis tenido la oportunidad de verlo, en las rocas a pie de playa, estaban apelotonados unos con otros, a cientos, a miles, y no crecían todos al mismo ritmo. Pues bien dentro de un gran pan de una especie de esparto o varios panes donde se criaban los mejillones que había en las rocas y que había de todos los tamaños, la gente no cogía uno por uno, no escogía solamente los que estaban en el tamaño para comer, y dejaba los otros tranquilamente en la roca para que crecieran y los pudiéramos coger al cabo de un tiempo nosotros mismos o alguien a quien le apeteciera, sino que con un cuchillo grande cortaban un parte del pan, escogían los mejillones que por tamaño se podía comer, y los más pequeños los tiraban, o sea que a lo mejor cogían 10 y tiraba 300 de nuevo al mar, pero estos ya no podían volver a cogerse a la roca donde habían nacido por la Gracia de la Naturaleza y morían. ¿Cómo terminó la cosa? Pues terminó en que destruímos totalmente el regalo que nos hacía la Naturaleza y en pocos años los mejillones desaparecieron del lugar.
En aquellas épocas también había un marisco muy valorado, dátiles de mar. Que se criaban y reproducían dentro de las rocas, en el interior de las rocas, y algunas de estas rocas estaban a 4 ó 5 metros de profundidad. Pues bien, para ganar dinero fácilmente bajaban con traje de submarinista y con petardos destrozaban las rocas del fondo del mar, y las subían a trozos a la superficie para terminarlas de romper y sacar los dátiles.
Otra cosa que he vivido y a lo mejor algunos de vosotros también, por ejemplo en la temporada de las setas, íbamos a buscar setas a la montaña, lo que era y es verdaderamente especial, sólo por la energía que se recoge al pasearte por el bosque; pues bien había gente que iba con palos, y en lugar de buscar respetando el terreno y su configuración, con los palos rastreaban todo, y echaban a perder los lugares donde podían nacer setas y todavía no lo habían hecho, y el propio monte, alterando el equilibrio natural que hay en un bosque.
Son historias que he vivido personalmente y que nos muestran agresiones directas a la Naturaleza y a quienes formamos parte de ella, no sé que ocurrirá en otras partes del mundo, pero me imagino que cosas similares, y en mucho mayor escala a lo mejor, en aras a beneficiarse económicamente de manera totalmente adhármica.
Pero luego hay agresiones indirectas a la Naturaleza, de las que de una u otra manera participamos mucha gente. Esta manera indirecta está relacionada con el consumo. Todos lo sabemos, sí, es cierto, pero no se trata de saberlo, sino de pasar a la acción.
En mi generación, se podían comprar y consumir productos alimenticios de los que se producían en el entorno de donde vivías, no muy lejos de donde vivías, pues no habían medios de transporte. En el pueblo agrícola donde nací, sólo había carros y mulas. Pude vivir la ilusión de la primera bicicleta que apareció en el pueblo.
El surtido de alimentos era corto, era primario: verduras, legumbres, cereales, y los animales que criaba la gente para alimentarse, pero era suficiente para estar bien alimentados.
A las cosas se les daba un cierto valor, y no estamos hablando de tantos años, unos 75.
En aquellos tiempos de post guerra, había escasez de alimentos, mi padre contaba a veces vivencias alrededor de esta escasez. Trabajaba de agricultor cuidando de cultivos de arroz, y a la hora de la comida como segundo plato se tenían que repartir media sardina salada, son estas sardinas prensadas en sal, que antes vendían en cascos/cajas de madera, ahora no sé si hay en los supermercados en sobres o bolsas de plástico, y mi padre que era el cocinero hacía las partes, se tomaban de segundo plato media sardina cada uno, no daba para más, y uno del grupo le dijo a mi padre un día: tu repartes y te quedas el trozo más grande, no está bien esto, y mi padre le preguntó: ¿Si repartieras tú que trozo te quedarías? Y el otro le respondió: el más pequeño, a lo que mi padre siguió: pues ya lo tienes.
Con toda la escasez que había, no se perdía el sentido del humor.
Luego vino la época del progreso, en la década de los 70, de 1970 o un poco antes, y en adelante, empezaron a haber más medios de transporte, la gente tuvo más movilidad, y posibilidad de tener trabajos donde ganar más dinero, y aquí ya empezó el mal gastar, y hacer una mala gestión con la propia comida. Y hablo de comida por ser lo más primario, pero es extensible a todo lo que nos rodea: ropa, coches, vacaciones, etc.
En cierta ocasión vi como un albañil a la hora del desayuno, decía: ¿a ver qué me ha puesto mi mujer para desayunar? Miró el bocadillo y dijo: Va! No me gusta esto, y tiró el bocadillo y se fue a desayunar al bar.
Ahora tenemos un amplio surtido de productos alimenticios a nuestro alcance procedentes de todas las partes del mundo. Nos podríamos preguntar: ¿cuánto cuesta transportar un kilo de mangos por ejemplo del país productor a la puerta del supermercado de turno en España? Y pensar que para el transporte se precisa consumir combustible, un combustible que sale de las entrañas del planeta tierra.
En mi generación, siendo muy jovencito casi todos los productos venían a granel, y nos los pesaban y envasaban en recipientes que nosotros llevábamos y que usábamos en la casa para otras cosas también.
Ahora hemos inundado el planeta de plástico, con todas las bolsas de plástico y los envases de usar y tirar, estamos asfixiando al planeta.
Sí, son cosas que están incorporadas en nuestras vidas en el día a día y las vivimos con total normalidad, pero a poco que queramos darnos cuenta, es un estilo de vida buscando el placer con la que colaboramos en destruir la armonía de la Naturaleza.
Y la Naturaleza nos ha dado muchos avisos a lo largo del tiempo, con inundaciones y catástrofes naturales, pero ahora nos avisa de una manera más significativa con la pandemia.
La pandemia es de carácter mundial, es un karma colectivo, nadie se libra, de una o de otra manera todos estamos afectados por este karma grupal.
No se trata de pensar esto no va conmigo, o yo no he hecho nada para que esto ocurra.
Leamos atentamente el reciente mensaje de Amma, y reflexionemos profundamente sobre el mismo:
“Debemos dar a los pensamientos espirituales y a las acciones altruistas la misma importancia que damos normalmente a las que apuntan a fines materiales.
Esta es la necesidad de esta era. Este es el mensaje que nos envía la Naturaleza. Permanezcamos unidos y trabajemos juntos con amor, compasión y paciencia. Oremos intensamente con un corazón cálido”.
Creo sinceramente que es un momento en nuestra vida que se nos invita de manera individual a hacer los cambios a los que la situación nos somete.
Creo que no deberíamos instalarnos, en la idea: bueno esto algún día se terminará, y que sea pronto, y voy a reanudar mi vida, y vivir como antes del inicio de la pandemia.
La pandemia está aquí, es lo que debemos pensar, para que perciba la vida y esté dispuesto, esté dispuesta a vivirla de manera diferente o muy diferente a como la he vivido hasta ahora.
A esto se refiere Amma cuando nos dice que debemos dar a los pensamientos espirituales y a las acciones altruistas la misma importancia que le damos a los fines materiales. Empezando por aprovecharlo, empezando por no desperdiciar absolutamente nada.
Es un momento de repasar donde está situada nuestra paciencia, donde está situada nuestra humildad, y cuales son las cosas que podemos cambiar para beneficiar al mundo, para que l Naturaleza se recupera, que no es más que un beneficio para uno mismo, para el jiva o alma individual.
Debemos intentarlo, nos dice Amma, y que no se trata de que nos volvamos monjes o monjas, pero si que busquemos donde están los verdaderos valores, que los busquemos en los mensajes de Amma, que los busquemos en nuestro interior, donde están muy vivos, e intentemos vivir de acuerdo a estos valores. Intentemos que desde nuestra vivencia, los valores verdaderos puedan ir cogiendo cuerpo y extendiéndose primero por nuestro entorno más próximo, y por todo lo que nos rodea.
Este es nuestro compromiso con la Naturaleza, este es nuestro compromiso con Amma.
Esforcémonos en tener una actitud de respeto a todo lo que hay en nuestro entorno, personas y cosas, no demos nada por sentado, siempre podemos mejorar nuestra actitud de leer la vida.
No nos quejemos de nada, no nos quejemos de nadie.
Preguntémonos y oremos intensamente como Amma nos pide:
-¿Dios mío qué deseas de mi ahora mismo?
-¿Dios mío qué cambio, que cambios me pides que haga?
-Dímelo muy claro, dame Luz para que lo pueda percibir, y sobre todo dame fuerza para seguirTe Dios mío. Sólo quiero seguir Tu Voluntad.
Con todo mi corazón quiero ser un pequeño grano de arena que colabore a restablecer el equilibrio que hemos perdido, que colabore a recuperar los valores que hemos ido perdiendo.
Quiero ser tu instrumento Dios mío.
El Agradecimiento es muy poderoso: Gracias Dios mío, Gracias Amma, Madre mía de mi corazón, por estar presente de manera consciente en mi vida, ayúdame a vivir con los principios que nos transmites.
Por favor, por favor, por favor.
Muchas gracias.
OM NAMAH SHIVAYA