El reto siguiente era encontrar un lugar a la sombra donde parar para comer y para aliviarse un poco del calor. Eligieron un pequeño dhaba (comedor de carretera) que claramente había conocido días mejores, pero tenía un porche, un jardín y césped donde todo el mundo podía sentarse a la sombra y almorzar con Amma.

La dueña del establecimiento y su familia recibieron a Amma y el grupo llenos de gozo y dejaron que todos tomaran el picnic en el lugar. Hasta ese momento solo habían visto a Amma por Televisión.

Después de que Amma sirviese a todos la comida, hubo una sesión de preguntas y respuestas y bhajans. La dueña del dhaba quiso decir unas palabras, tomó el micrófono para compartir su historia personal de cómo su restaurante en otro tiempo había servido comida ganadora de premios y había sido un negocio próspero. Recientemente había caído en desgracia. Primero murió su marido y tuvieron que cerrar durante tres años. Solo tres meses atrás había decidido retomar el negocio pero con poco éxito. Esa misma mañana su hijo había intentado convencerla  de renunciar y vender el establecimiento, pero ella prefería resistir hasta recuperar el trabajo. Finalmente, ante la persistencia de sus hijos, había accedido a cerrar, a menos que se produjera una señal para seguir adelante…y ahora con la visita de Amma, sabía que ella era la señal que estaba esperando y se sentía emocionada de que Amma hubiera decidido parar ahí con el grupo y bendecir el lugar. Antes de la partida,  invitó a Amma a visitar el interior del hotel a lo que Amma accedió y la bendijo.

Todos estaban muy conmovidos de que ella compartiera su historia personal, con lágrimas en los ojos, y comprobar que el sufrimiento por el largo y caluroso viaje, esperando poder tomar el picnic, había terminado en el lugar perfecto y en el momento perfecto.