Martes, 27 Octubre 2020 22:23

¿Quién lleva nuestra carga?

Medios

Mi trabajo no es poner cargas en las cabezas de la gente, ¡si no eliminarlas!

Un día, en Vrindavan, las gopis estaban sacando agua del pozo de la aldea. Tras llenar sus  recipientes llamaron a Krishna que estaba jugando cerca de allí para que las ayudara a ponerlos sobre sus cabezas.  Krishna aparentó no oír. Continuó riendo y jugando, e ignorándolas se fue. Las gopis no tenían otra opción que ayudarse mutuamente a apilar las vasijas en la cabeza de otras y volver a casa.

Cuando llegaron a sus puertas se encontraron con Krishna que las estaba esperando ansiosamente para ayudarlas a despojarse de su carga. “¿Dónde estaba ese entusiasmo cuando te pedimos que nos ayudaras a cargar las vasijas sobre nuestras cabezas?” preguntaron enfadadas.

Krishna sonrió inocentemente y dijo: “¿Qué podía hacer? Mi trabajo no es poner cargas sobre la cabeza de la gente, si no retirarlas de ellas”

Los seres humanos también crean su propio sufrimiento en sus vidas debido a sus ideas equivocadas y después continúan rumiando sobre ellas. Una vez, un hombre estaba de pie en un tren con su maleta sobre su cabeza llorando ruidosamente. Viéndole llorar, otro pasajero le preguntó, “¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?”

El hombre respondió. “¡Esta maleta es muy pesada, no puedo con ella!

A lo que el otro pasajero respondió: “¡Pues ponla en el suelo!”. 

El primer hombre replicó: “¡ No, no puedo! ¡Solo compré un billete para mí, no compré otro para mi maleta!”

El pobre hombre de esta historia  no se daba cuenta de que llevase él la maleta en la cabeza o no, quien llevaba la carga era el tren.

Así es nuestra condición hoy en día. Encontramos muy difícil  entregarnos a lo divino. En la vida, solo podemos poner lo mejor de nuestro esfuerzo  y entregar el resto a la voluntad de lo divino. Es en ese estado de entrega que el Señor acepta todas nuestras cargas. Las penas son creación nuestra… no de Dios.

Si queremos ser capaces de afrontarlas, necesitamos descargarnos de ellas como en los viejos tiempos, cuando los trabajadores ponían sus cargas sobre plataformas en las orillas de la carretera para descansar. Tenemos que entregarnos, que visto desde otro ángulo, no es otra cosa que auto confianza. Es la confianza en que el Divino se ocupará de todo. La auto confianza es como el acelerador del cohete que necesita liberarse del tirón gravitacional de nuestras limitaciones. Es como el combustible en el tanque de un vehículo que le impulsa a moverse.

Hay gente que se empeña en invertir dinero ciegamente en sus negocios incluso cuando están incurriendo en pérdidas. Esta no es  la clase de auto confianza de la que habla Amma. Nunca debemos dormir cerca de la guarida de una serpiente porque nuestro temor de que la serpiente salga y nos muerda será constante. La ansiedad acerca del futuro, la falta de fe, estas son las serpientes que llevamos dentro. Tenemos que poner tales ansiedades a los pies de lo divino. Tenemos que poner nuestro esfuerzo y dejar lo demás a la voluntad del Divino. Tenemos que generar aceptación en todas las situaciones.     

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