Amma recuerda una historia. Un hombre de mediana edad paseaba con su hijo pequeño por un parque. El hijo preguntó emocionado: “Mira, papá, ¿no es esto una rosa?”. Con gran alegría y entusiasmo, el padre respondió: “Sí, hijo, así es”.
“¿Y el color de esta rosa es a lo que la gente se refiere cuando dicen que algo es rojo?"
“Sí, hijo, esto es rojo”.
Al ver el césped verde que se extendía ante él, el joven preguntó: “Papá, ¿es esto hierba? ¿Es este el color verde?”
"Sí, hijo, esto es hierba y el color de la hierba es verde".
De esta manera, padre e hijo siguieron señalando varias cosas y hablando en voz alta y excitada. Un hombre que anhelaba un poco de paz y tranquilidad estaba sentado en un banco en el parque. Enfurecido por la perturbación, le dijo al padre: “La gente como yo viene aquí con la esperanza de disfrutar de un poco de paz mental, pero debido a que usted y su hijo hablan tan alto, he perdido la paz que tenía. No importa lo que diga ese niño retrasado mental, usted sigue diciendo "Sí, hijo... sí, hijo". ¡Pero eso no lo va a hacer que él mejore!”.
Al escuchar esto, padre e hijo permanecieron en silencio por un tiempo. Luego, recuperando la compostura, el padre dijo: “Perdónanos. Mi hijo no es retrasado. Nació ciego. Hace dos días, se sometió a una cirugía para proporcionarle visión. Después de quitarle los vendajes, quise llevarlo a un lugar donde pudiera ver hermosas vistas. Por eso vinimos aquí. Embelesado por la belleza de este jardín, que veía por primera vez, me hizo muchas preguntas con entusiasmo, y yo le respondí con entusiasmo, olvidándome de todo lo demás. Cuando uno encuentra un tesoro, ¡qué alegría se siente! En esa euforia, uno incluso se olvida de su entorno. Así sucedió con nosotros. Por favor perdónanos."
Al escuchar al padre, el hombre sintió remordimiento. Pidió perdón por haber dicho palabras tan duras. Ese día, hizo una promesa: “De ahora en adelante, nunca juzgaré a nadie prematuramente ni me enojaré con él o ella”.
Cuando se dio cuenta de que su ira era causada por un malentendido y nociones preconcebidas, la ira se convirtió en amor y compasión.
Si podemos evaluar las situaciones con paciencia, podremos definitivamente despertar el amor y la compasión en nuestros corazones.
¡Que mis hijos puedan hacerlo.!
La autora es una líder espiritual y humanitaria de renombre mundial.