Por ejemplo, utilizar semillas genéticamente modificadas y fertilizantes químicos, puede aumentar la cosecha. Pero sin embargo, reduciremos el valor nutricional del grano y hortalizas drásticamente. No solo eso, como resultado de consumir tales productos, nuestro cuerpo se contaminará con químicos dañinos. La salud de los consumidores de estos productos se daña. Esta situación es el resultado de nuestro egoísmo. No podemos culpar a Dios de ello.
Una vez, un jefe pidió a sus trabajadores que rompieran piedras. Un trabajador era físicamente fuerte, otro débil. Unos días después, el jefe quiso comprobar cómo iba el trabajo. Señaló una gran roca a sus trabajadores y les pidió que la rompieran. El fuerte la golpeó diez veces y no pudo romperla, mientras que el débil la rompió de dos golpes.
El fuerte preguntó al débil: “¿Cómo has podido romper la roca con dos golpes?”
El débil respondió: “Ya la había golpeado antes muchas veces con mi martillo.”
Así, si la vida es fácil para unos y dura para otros, es a causa de sus acciones pasadas. Nuestro crecimiento de hoy es el resultado de nuestras acciones de ayer. Si queremos tener un brillante futuro, debemos realizar buenas acciones en el presente. De lo contrario, mañana sufriremos.
Dicho esto, cuando vemos sufrir a alguien, no pensemos que es consecuencia de sus acciones pasadas. Debemos considerar nuestro deber ayudarle. Si ayudamos hoy a los afligidos, no sufriremos mañana. Sacar a alguien que ha caído en una zanja puede evitar nuestra caída en el futuro.
Vemos que lo que esperamos, a veces no sucede, y lo que no esperamos, sucede con frecuencia. Y es que la obtención de resultados por nuestras acciones depende de varios factores además de nuestro esfuerzo.
Solo si se cumplen todos los factores, el resultado estará de acuerdo con nuestras expectativas. No obstante, lo único que podemos controlar es el modo de realizar estas acciones. Por tanto, lo que podemos hacer es realizar acciones lo mejor que podamos sin preocuparnos por los resultados.
En cierto sentido, los males que surgen de parabdha son una bendición de Dios, puesto que nos ayudan a recordarle. Vemos como aquellos que nunca han pensado en Dios, piensan en Él cuando empiezan a sufrir, y emprenden el camino adecuado para una vida recta. De este modo se liberan del sufrimiento causado por acciones pasadas.
Si cultivamos la actitud correcta con la que debemos realizar acciones y la actitud con la cual tendremos experiencia del resultado de estas acciones, nuestras vidas se llenarán de paz y bendiciones.
La autora es una reconocida líder espiritual y humanitaria.