Ya sea hacia nuestra familia o hacia la sociedad, nuestra actitud hacia todos y todo se ha tornado en mentalidad de negocio. Incluso nuestra relación con Dios es así. Nuestra actitud hacia Dios y el Guru debería ser de entrega total. En cambio, incluso en su presencia calculamos y nos preguntamos cómo podemos ganar algo con ellos.
Amma recuerda una historia. Una vez, un rico negociante fue a un crucero. De pronto se desató una terrible tormenta. El capitán del barco anunció que las esperanzas de sobrevivir eran escasas. Todos a bordo empezaron a rezar. El negociante rezó, “Oh, Señor, si sobrevivo venderé mi hotel de cinco estrellas y te donaré el 75% . ¡Por favor, sálvame!
Milagrosamente, el mar se calmó de repente y todos llegaron felizmente a destino. El negociante trastornado pensó: “¡Oh, si vendo el hotel puedo ganar un millón de rupias. He prometido el 75% al Señor. Realmente, ¿necesito darle tanto? ¿Qué hago?
Empezó a sopesar los modos en los que poder salir del dilema. Al día siguiente, un anuncio apareció en el periódico. “Hotel de cinco estrellas en venta. Precio,solo una rupia!”
Hubo una gran demanda para comprar el hotel. El negociante anunció: “Vendo este hotel por una rupia. No obstante hay una condición: La persona que compre el hotel debe también comprar mi perro, valorado en un millón de rupias.”
Evidentemente el hotel se vendió. El negociante fue al templo y ofreció 75 paisa al Señor. Esa es la actitud de mucha gente. Están dispuestos a timar incluso a Dios para alcanzar sus objetivos.
Vemos el mundo con los ojos del negociante. En cualquier esfera solo buscamos nuestro avance. Podemos progresar con esa actitud, pero ese progreso es peligroso. Las células cancerígenas crecen camufladas y el resultado es la muerte del individuo..
Del mismo modo, el “progreso” en detrimento de la sociedad nunca es verdadero progreso. Realmente, causa destrucción en ambos, individuo y sociedad. Todos tienen derecho a crecer y expandirse. No obstante, nuestro crecimiento también debería ayudar a crecer a otros.
Un pájaro que reposa en una frágil rama seca, siempre está dispuesto a volar, porque sabe que la rama puede romperse en cualquier momento. Del mismo modo, incluso si vivimos en este mundo haciendo toda clase de acciones, siempre debemos estar alerta, dispuestos a volar al mundo del Ser, sabiendo que nada es eterno en este mundo. Si realmente entendemos esto, nada podrá atarnos ni entristecernos.
La autora es una reconocida mundialmente líder espiritual y humanitaria.