La Naturaleza es nuestra madre.
La Naturaleza es nuestra madre. La llamamos “Madre Naturaleza”. Los pescadores, cuyo sustento depende del océano, consideran al océano como su madre. Para los que viven en el bosque, el bosque es “Madre”. Para la gente de montaña y alrededores, la montaña es “Madre”. La naturaleza es la que nutre y eleva no solo a seres humanos sino a todos los seres de la creación. Si realmente pensamos acerca de esto, veremos que nuestra existencia siempre depende de la Naturaleza, incluso antes de que nuestra vida fuera un pensamiento en la mente de nuestros padres, incluso en nuestro estado embrionario en el seno materno e incluso después de la muerte de nuestro cuerpo. De ahí que la Naturaleza sea madre y padre para nosotros. Ella es todo. Nosotros somos los hijos de esa venerada Madre Naturaleza. Ella siempre ha sentido amor y compasión por nosotros. Nosotros, por el contrario, la hemos atropellado y pateado sobre su pecho. Ahora esa madre amorosa está enferma y exhausta.
Cuatro epidemias.
En la sociedad vemos extenderse cuatro cosas de modo epidémico:
- 1. La riqueza es más importante que los valores.
- 2. La belleza es más importante que la bondad.
- 3. La velocidad es más importante que la dirección.
- 4. Las máquinas son más importantes que las personas.
Si cesamos de dar a los valores morales el lugar que merecen, nuestra vida se deteriorará como un tronco infectado con termitas. Careceremos del valor para afrontar los problemas de la vida. Por esta razón, los antiguos rishis consideraban dharma – bodham, el conocimiento de lo que podía y no podía hacerse, como lo más importante. Para nosotros es vital este conocimiento para asegurarnos de que todas nuestras transacciones sociales sean igualmente beneficiosas para los demás.
Conocimiento del Dharma
Los padres necesitan cultivar el conocimiento del dharma en sus hijos desde muy temprana edad. Hoy en día muchos padres se contentan con poner a sus hijos un móvil smart en su mano tan pronto como empiezan a llorar. Puede que esto aplace el berrinche del niño. Pero si los padres fracasan en cultivar al mismo tiempo los valores espirituales en el niño, puede que éste acabe pasando toda su vida llorando. Los valores espirituales son los que dan a los niños la fuerza para afrontar y superar las penas y las adversidades de la vida.
Los malentendidos de la humanidad, las ideas extraviadas y las acciones indiscriminadas que surgen de prioridades pobres, han hecho de la tierra y el ambiente lo que son hoy en día. Lo sorprendente es que a pesar de todas las adversidades que padecemos, no haya aún un cambio en nuestra perspectiva de conducta.
Todos necesitamos alimento, pero la mayoría de nosotros somos perezosos a la hora de cultivar nuestras hortalizas y cereales. Todos necesitamos agua, pero no nos esforzamos en conservarla ni en regar nuestra cosecha con agua de lluvia. Todos sabemos cuán importante es el oxígeno, pero somos perezosos a la hora de plantar más árboles. Todos queremos ser amados, pero olvidamos dar a los que amamos nuestro tiempo y atención. Queremos paz, pero no estamos dispuestos a eliminar de nosotros acciones culposas.
El Ser – nuestra esencia verdadera
Este universo continúa fluyendo a su propio ritmo, armonía y sintonía. Así, los seres humanos necesitamos trazar la senda de nuestras vidas de acuerdo con la sintonía y ritmo de la naturaleza. Sin eso la vida se tornará automáticamente en una batalla. Cuando exclusivamente buscamos el placer de los sentidos no podemos sintonizar con nuestro ser interior. El cuerpo humano no es más que un solo aspecto de nuestra existencia. La verdad última de la vida es el Ser, nuestra verdadera esencia. Su morada es nuestro interior. Para darse cuenta de esto, necesitamos desarrollar una perspectiva espiritual, hacer prácticas espirituales y realizar buenas acciones.
A causa de nuestras nociones preconcebidas no vemos las circunstancias como son realmente. Fallamos en comprender las motivaciones reales y verdaderas que hay detrás de las personas con las que interactuamos. Y como resultado, no somos capaces de gozar plenamente del momento presente. Cuando abrimos nuestra mente y aceptamos a cada persona y su circunstancia como son, es cuando empezamos a tener experiencia de la dulzura de la vida.
Madurar es un proceso interior.
Hay dos maneras en las que podemos crecer. Envejecer es un proceso natural, sin esfuerzo. Humanos y animales son seres vivientes que crecen de este modo. Pero madurar es un proceso único de los seres humanos. Envejecer es un viaje hacia la muerte. Madurar es un viaje hacia la inmortalidad, es un proceso interior. El conocimiento espiritual ilumina la senda de este viaje.
La ley de la Naturaleza es el altruismo.
Cuanto más espacio creemos para otros en nuestro corazón, tendremos mayor experiencia de felicidad. Cuanto más crezca el ego, nuestra experiencia de felicidad será menor. La ley de la naturaleza y de la vida es el altruismo. Por eso la gente que no tiene control sobre su ego y egoísmo, no puede gozar de la vida incondicionalmente, porque están intentando vivir contra la ley de la Naturaleza.
Las fiestas son ocasión de despertar e instilar valores.
No necesitamos celebraciones que ignoren la cultura, sino celebraciones que la cultiven. Cada fiesta debería ser una ocasión para despertar e instilar valores en la sociedad. En esta ocasión Amma quiere mencionar unas cuantas cosas a sus hijos de Kerala. ¿Cuánto alcohol fue consumido por la población malayali en las pasadas fiestas de Onam? Las estadísticas muestran que se consumió alcohol en tres o cuatro días por un valor estimado de 500 crores. (31.285.250 euros) Hay muchas gente sin techo en Kerala. Si este dinero se hubiera empleado en construir casas, más de diez mil personas hubieran tenido un lugar donde vivir.
Ojalá que los ojos de mis hijos sean sensibles a la compasión. Que vuestras cabezas se inclinen con humildad. Que vuestras manos siempre estén ocupadas en servicio desinteresado. Que vuestros oídos siempre estén atentos a escuchar las penas de los que sufren. Que vuestra lengua emita palabras de verdad y amabilidad. Que vuestros pies siempre caminen por la senda del dharma. De este modo, que las vidas de mis hijos sean una bendición para el mundo. Amma ofrece esta oración al Paramatman.