Hubo una vez un escultor que vivía tremendamente asustado de la muerte. Intentaba encontrar vías para escapar de ella. Finalmente pensó en una. Esculpió doce estatuas de sí mismo de tamaño natural. Cuando la muerte se acercó él se colocó entre las estatuas.
Cuando el dios de la muerte llegó para llevarse la vida del escultor, vio trece figuras idénticas. Incapaz de encontrar al escultor, el dios de la muerte pensó un rato y se dijo a sí mismo, “estas estatuas son espectaculares pero todas tienen un defecto.”
Al oír esto, el escultor saltó gritando: “¿Mis estatuas defectuosas? ¿Qué defecto tienen?”
El dios de la muerte dijo: “Este es el defecto” e inmediatamente se apoderó de la vida del escultor.
Cuando pensamos, “yo soy el hacedor” surge la desgracia. Ese mismo pensamiento es la servidumbre. Ya estemos haciendo una puja o limpiando el desagüe, el pensamiento “lo estoy haciendo” ensucia la mente y será muy difícil limpiar esa mente.
Los seres humanos tienen una fuerte tendencia al deseo de posesión y a tener autoridad sobre todo lo que perciben como bello. Esto empieza desde la infancia. Cuando crecemos y maduramos no se produce un cambio en esta conducta. En cuanto vemos algo bello inmediatamente pensamos, “quiero que esto sea mío y solo mío. Quiero disfrutarlo yo solo”.
Estos pensamientos infantiles están siempre en nuestra mente. Así nace interiormente la idea equivocada de que solo ejerciendo control y autoridad sobre personas y objetos llegarán la felicidad y el amor. En realidad, no es el control de las personas ni la autoridad sobre objetos externos, si no el control de nosotros mismos y la autoridad sobre nuestra propia mente lo que hará que logremos felicidad perdurable, gozo y libertad.
Debemos intentar hacer todo como una ofrenda a dios. Solo así purificaremos nuestra mente. Una vez que hemos subido al autobús no hay necesidad de cargar con nuestro equipaje, podemos depositarlo en el suelo. Del mismo modo, una vez que nos hayamos refugiado en dios, podremos ofrecerle el equipaje de nuestro ego y así liberarnos del dolor.
La autora es una líder espiritual y humanitaria reconocida mundialmente.