Diumenge, 20 Agost 2023 17:54

El tiempo siempre es favorable, solo tenemos que quererle.

Si nos sentamos a esperar tiempos mejores, muchas cosas pasarán ante nosotros sin apercibirnos.

By Mata Amritanandamayi

Hijos, el tiempo es nuestra mayor riqueza. Si perdemos un millón de dólares podemos recuperarlo, pero nunca se puede recuperar el tiempo perdido. Muchos reconocen el valor  del tiempo en los últimos momentos de su vida. Alejandro el Grande, constructor de uno de los mayores imperios de la antigüedad, solo compendió el valor del tiempo en su lecho de muerte. Consciente de que la muerte podía alcanzarle en cualquier momento, dijo a quienes le rodeaban: “Si hay alguien que pueda prestarme al menos un suspiro, estoy dispuesto a darle a cambio la mitad de mi reino. En una oferta por conquistar naciones y amasar riquezas he despilfarrado la salud y un tiempo precioso. Ahora me doy cuenta de que no puedo mantener a raya a la muerte ni por un momento a pesar de todas mis riquezas.” 

Solo la experiencia puede enseñarnos el valor del tiempo. Si de verdad entendemos el valor del tiempo, valoraremos cada momento como un tesoro inestimable. Una vez, un hombre recibió una carta pidiéndole su asistencia a una entrevista de trabajo que había deseado mucho tiempo. Para llegar a la ciudad de la entrevista, debía tomar dos vuelos interconectados, con media hora de intervalo entre cada vuelo. Fue al restaurante de un aeropuerto, tomó un aperitivo, por el que le facturaron 500 rupias. El hombre se quejó del precio, no había comido tanto.  

El cajero redujo el coste a 400 rupias. Pero el hombre insistió en que no pagaría más de 300 rupias. Al final el cajero cedió. Sintiéndose victorioso, el hombre dio un paseo hasta la puerta de embarque sonriendo todo el tiempo. Cuando llegó a la puerta, supo que su vuelo había salido cinco minutos antes. Atrapado en un pequeño regateo, había olvidado su objetivo, perdiendo la oportunidad de conseguir el trabajo con el que soñaba.

Las sociedades y las naciones se componen de individuos. Si miramos atrás en la historia, veremos que todos los conflictos se originan por conflictos individuales. Dónde subyace esto? En la falta de conocimiento de nuestra verdadera naturaleza, el poder viviente dentro de nosotros, del cual formamos parte. El rol de la espiritualidad, la verdadera religión, es despertar a este conocimiento y ayudarnos a desarrollar cualidades como el amor, la empatía, la tolerancia, la paciencia y la humildad.

Supongamos que una persona debe atravesar un río en barco. Al llegar a la otra orilla debe dejar el barco y continuar adelante. Si se empeña en seguir en el barco,  no podrá seguir. Así que, debemos dar importancia al objetivo, sin apegarnos a los medios. Algunos se quejan de que el tiempo no está de su lado. El tiempo siempre es favorable, solo tenemos que ser su amigo. Nosotros decidimos si el tiempo trabaja a nuestro favor o en nuestra contra. Si no admitimos esto, nos hacemos esclavos de la circunstancia.

Si nos sentamos a la espera de tiempos mejores, muchas cosas pasarán ante nosotros sin apercibirnos. No esperemos al tiempo propicio para hacer una buena acción. Si es buena, hagámosla de inmediato. 

La autora es una líder humanitaria y espiritual reconocida mundialmente.

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