Diumenge, 05 Març 2017 11:11
La Fe de un corazón inocente es necesaria para darse cuenta de Dios
3 Marzo, Mysore, Karnataka – Bharata Yatra 2017
Tras el corto viaje desde Mananthavadi, Amma llegó a Mysore entre una multitud de felices devotos. Caminó hasta el estrado, sirvió prasad a todos los presentes, después preguntó si alguien tenía una historia para compartir. Una devota alzó la mano y contó a Amma lo sucedido en una ruta de autobús. Era alrededor de las 18:30 y como es costumbre en el ashram, los devotos iniciaron el canto de bhajans en el autobús. Una hora después, al final de los cantos, empezaron el Árati. Una niña pequeña de España, Tapasya, de pronto sacó un teléfono y usó la linterna en lugar del fuego que tradicionalmente es ofrecido al retrato de Amma durante el Árati. Ella movió la luz en círculo y fue pasándola a todos en el bus para que todos pudieran alcanzar las bendiciones que hubieran recibido del fuego sagrado. La mujer que contó esta historia transmitió la emoción del espíritu de amor de la niña.
Tras el corto viaje desde Mananthavadi, Amma llegó a Mysore entre una multitud de felices devotos. Caminó hasta el estrado, sirvió prasad a todos los presentes, después preguntó si alguien tenía una historia para compartir. Una devota alzó la mano y contó a Amma lo sucedido en una ruta de autobús. Era alrededor de las 18:30 y como es costumbre en el ashram, los devotos iniciaron el canto de bhajans en el autobús. Una hora después, al final de los cantos, empezaron el Árati. Una niña pequeña de España, Tapasya, de pronto sacó un teléfono y usó la linterna en lugar del fuego que tradicionalmente es ofrecido al retrato de Amma durante el Árati. Ella movió la luz en círculo y fue pasándola a todos en el bus para que todos pudieran alcanzar las bendiciones que hubieran recibido del fuego sagrado. La mujer que contó esta historia transmitió la emoción del espíritu de amor de la niña.
Amma sonrió cuando le tradujeron la historia. Cuando escuchó todo el relato, hizo notar que este era un ejemplo de la inocencia que llega del corazón de una niña. Esa inocencia, dijo Amma, produce una enorme cantidad de fe. Dijo a la mujer que había compartido la historia, que los fuertes sentimientos que había experimentado mientras presenciaba esta acción, hablan de la importancia que debemos dar a la compañía que compartimos. “Igual que entrar en una mina de carbón nos dejará cubiertos de hollín, aunque no toquemos nada, entrar en una fábrica de perfumes nos dejará fragantes a la salida. Cada acción, pensamiento y emoción tiene su propia vibración,” dijo Amma. “El amor, el deseo, el odio, el temor y la compasión tienen vibraciones diferentes con capacidad de impactar al mundo a su alrededor.” La fe e inocencia de esta niña son contagiosas y muestra como nuestras emociones pueden impactar al mundo en nuestro alrededor.
Recordándonos la necesidad de la fe, Amma contó la historia de un país que sufría de gran sequía y organizó una yagna con la esperanza de que produjera lluvia. Una familia se preparaba a partir para la yagna cuando un niño de la familia agarró un paraguas para llevarle con él. La madre le preguntó que porqué se llevaba un paraguas, con ese tiempo tan caluroso y seco no había lugar para la lluvia. El niño respondió perplejo, diciendo a su madre que ella le había dicho que iban a una yagna para que lloviera, por tanto, había que llevar paraguas para la lluvia que caería después. En efecto, llovió a la conclusión de la yagna y Amma dijo que aunque muchos miles de personas asistieron a esta yagna, fue únicamente la fe de este niño la que había hecho la yagna totalmente eficaz. Ese el el poder de la fe de un niño, dijo Amma. Las oraciones de los niños tienen mejor respuesta que las de los adultos porque ellos tienen la inocencia en sus corazones.
Para explicar la clase de fe que mucha gente tiene ahora, Amma contó la historia de un hombre enamorado de una mujer que vivía en el lado opuesto de una montaña. Este hombre había oído la frase “la verdadera fe mueve montañas,” así que decidió rezar para que Dios moviera la montaña para poder reunirse con su amada. Tras unos cuantos días de oración el hombre renunció diciendo, “siempre supe que la montaña no se movería.” Amma dijo que cuando la oración es tan superficial, sin ningún grado de fe verdadera, ciertamente será ineficaz.
“Todo en el universo está cambiando constantemente” dijo Amma. “Incluso el amigo de hoy puede ser el enemigo de mañana. Lo mismo que un hombre puro puede transformarse en un hombre malvado en poco tiempo, del mismo modo un hombre malvado puede tornarse en un hombre puro. Nuestro mundo está cambiando todo el tiempo. Como resultado, necesitamos aprender a enfocarnos en el substrato inmutable, que es solo Dios, pura consciencia.”
Cuando terminó su respuesta, una niña de 8 años, Amrita Varshini, de Finlandia, quiso compartir una historia. La niña empezó a narrar la historia de un gurú y su discípulo: Un anciano vivía en una montaña. Era conocido como un gran sabio. Un joven, ansioso por aprender de él, decidió ser su discípulo. Cada noche veía al anciano leer un libro. Una noche le preguntó de qué trataba el libro. El anciano respondió que en particular la página que leía en este momento trataba del secreto de cómo alcanzar la paz. El joven discípulo le rogó que le dejara leerla pero el viejo permaneció impasible a sus súplicas, diciendo que el joven no estaba preparado para leer ese libro. Lleno de deseo por leer el libro, el joven dijo que haría cualquier cosa para probar su aptitud. El anciano le dio instrucciones de ir hasta un árbol al fondo de la montaña que miraba sobre un lago. Dijo al discípulo que subiera al árbol y se sentara en lo más alto durante noventa y nueve días y noches. El joven discípulo bajó corriendo la montaña y subió al árbol. Al paso de los días, los campesinos comenzaron a reunirse alrededor del árbol, asombrados por el discípulo. Durante la noche del día noventa y seis, hubo una gran tormenta. A pesar de la lluvia, el viento, los relámpagos y truenos, el discípulo no se movió. Al día siguiente los campesinos se reunieron alrededor del árbol y empezaron a alabarle como a un gran sabio. Lleno de orgullo, compuso este poema:
Como una montaña de piedra / el viento más poderoso/ El ruido más atronador/ No me moverán./ Mi mente inalterable/ obtendré mi beneficio.
El joven hizo enviar el poema al viejo sabio de la montaña. Al leer el poema, el viejo dio la vuelta a la página y escribió “eructo”. Cuando el discípulo leyó la palabra se puso furioso con el viejo, sintiéndose objeto de una inmensa falta de respeto. Bajó del árbol y subió la montaña para enfrentarse a él. Cuando llegó, cuestionó al sabio, preguntándole porqué había escrito “eructo” sobre su poema. El viejo replicó, “dijiste que el viento más poderoso y el ruido más atronador no podrían moverte, pero un solo eructo te ha traído aquí.”
Amma y la gente disfrutaron de la historia, encontrándola apropiada al mensaje recibido unos minutos antes. Es fácil controlar el mundo exterior, pero no nuestra propia mente. La historia también sintetiza la importancia de un corazón como el de un niño, al tiempo que llena la atmósfera con la alegría que acompaña a un relato tan inocente. El modo perfecto para acabar la noche e inspirar la contemplación en todos los devotos, que despertarían al día siguiente con un horario ocupado por todos los programas y festividades que rodean el darshan de Amma.
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