Om Amriteshwaryai Namah
NĀRADA Bhakti Sutras - Parte 1 (20 de junio de 2020) by Swami Atmananda Puri
Ofrezco mis humildes reverencias a los pies de loto de Amma. Saludo a todos mis hermanos y hermanas.
Antes de empezar la charla, me gustaría saber cuántos de vosotros estáis siguiendo los mensajes de Amma en el canal de You Tube de Amrita World. Si no lo estáis haciendo, os lo recomiendo, seguid los mensajes, por favor. En concreto, hay unos diez mensajes sobre la situación actual del Covid. Es un tesoro inestimable.
Hay también otros videos con mensajes cortos de Amma. Duran cuatro o cinco minutos. Podéis mirar uno cada día, os marcará el tono del día. Como Amma ha hablado mucho sobre la situación del Covid, y creo que aún hablará más, no la voy a comentar.
Por lo tanto, vamos a empezar con el tema del día.
Todo empieza con un directivo en su oficina. El directivo había pedido un préstamo a una persona y ahora no lo quería devolver. Cada vez que el acreedor quería recuperar su dinero, llamaba al directivo y le decía: “Voy a tu oficina, así que por favor ten el dinero preparado”. Y cada vez que el directivo sabía que el acreedor iba a ir a verle, le decía a su secretario: “Voy a salir, si viene este hombre dile que no estoy”. Esta situación se repitió unas cuantas veces, hasta que el acreedor se dio cuenta y decidió ir a la oficina sin avisar.
El acreedor aparcó y salió del coche y el directivo lo vio desde la ventana. “Anda, ha venido el acreedor”. No se podía escapar, porque su oficina sólo tenía una salida, pero por suerte para él, tenía un cristal unidireccional, no podía verse el interior desde fuera. Así que le dijo a su secretario: “Cuando llegue el acreedor, dile que NO estoy en la oficina. Todas las otras veces, en cuanto le decías que no estaba, se iba. Hoy se irá también y en cuanto se vaya podré salir”. Así que cuando llegó el acreedor, el secretario del directivo le dijo: “Lo siento, el jefe no está.” El acreedor contestó: “Muy bien, lo esperaré”.
Y esperó, justo en frente del despacho del jefe. Pasó una hora, pasaron dos horas, pasaron tres horas y no se fue. El jefe estaba en un apuro, tenía que ir al baño, quería comer, pero no podía hacer nada, estaba atrapado. Finalmente se dijo: “Es mejor pagar al acreedor que permanecer atrapado en este despacho”. Así que salió y se encontró con el acreedor, que no pareció nada sorprendido al verlo. Le dio el dinero y le preguntó al acreedor: “¿Cómo es que no te has ido cuando el secretario te ha dicho que no estaba? Todas las otras veces me dijeron que venías, te decían que no estaba y te ibas. Hoy ha sido como si supieras que estaba en mi despacho.” El acreedor dijo: “Sí, sabía que estabas en el despacho.” El jefe, sorprendido, replicó: “¿Cómo sabías que estaba en el despacho, ¿podías oírme?” “No.” “¿Podías olerme?” “No.” “¿Podías saborearme?” “No.” “¿Tocarme?” “No.” “Entonces, ¿cómo sabías que estaba en el despacho?” Y el acreedor contestó: “Es muy fácil: las otras veces cuando tu secretario me decía que no estabas, miraba alrededor y veía que ninguno de tus empleados estaba trabajando. Algunos miraban el WhatsApp, otros Facebook, otros el último partido de cricket; nadie trabajaba. Pero hoy, cuando tu secretario me ha dicho que no estabas en el despacho, he mirado alrededor y he visto que todos y cada uno de los empleados estaban trabajando. Así que, aunque no podía verte, ni percibirte, ni olerte, saborearte o tocarte, podía ver el efecto de tu presencia. Por eso he sabido que estabas aquí.”
Algunos se preguntan si hay un Paramatman, un Ishwara, un poder divino. Si no podemos ver a Ishwara, el Paramatman, si no podemos oler a Ishwara, si no podemos saborear a Ishwara, si no podemos tocar a Ishwara, ¿cómo sabemos que existe Ishwara, el Paramatman, el poder divino? Es muy fácil: echad un vistazo a vuestro alrededor. ¡Qué creación tan hermosa! Todo funciona a la perfección. Los planetas, las estrellas, desde el nivel microscópico hasta el macroscópico, todo funciona perfectamente, hay tanta belleza en la creación que tiene que haber una inteligencia de la cual ha surgido todo esto.
Sin embargo, hay gente que dice: “No, no, no hay ninguna inteligencia detrás de todo esto. Todo surgió del caos. Es totalmente fortuito.” Bien, si creemos una cosa, también podemos creer otra. Imaginaos que tenéis un mono, lo ponéis delante de un ordenador y se pone a escribir. No sabe lo que está haciendo, sólo está pulsando teclas al azar y va escribiendo algo. Al cabo de un rato miráis lo que el mono ha escrito y descubrís, con gran sorpresa, que durante cuatro o cinco horas el mono ha estado escribiendo las obras completas de Shakespeare sin un solo error. ¿Os lo creeríais? No, parece imposible. Entonces, si eso no puede ocurrir por azar, ¿cómo puede el universo entero provenir del azar? Tiene que haber una inteligencia, y esa inteligencia se llama Ishwara, el Paramatman.
Voy a contar una historia que escuché explicar a Amma hace mucho tiempo, la historia de dos hormigas. Había una hormiga que vivía en una montaña de sal. Sólo podía comer sal, y estaba muy delgada, porque lo único que comía era sal. Un día vio a una hormiga regordeta con aspecto saludable que iba hacia ella y se sorprendió. Le dijo: “¿Cómo es que estás tan saludable?” La hormiga regordeta dijo: “Es que vivo en una montaña de azúcar. Como azúcar. ¿Por qué no vienes conmigo? Tú estás así porque sólo comes sal. No estás sana. Ven conmigo y podrás comer azúcar.” El azúcar no es bueno para nosotros, los humanos, pero es muy bueno para las hormigas. Por eso la otra hormiga estaba tan sana. La hormiga de la sal dijo: “Voy a recoger mis cosas.” Entró en la cueva, volvió con su mochila y se fueron las dos hacia la montaña de azúcar. La hormiga del azúcar le dijo a la hormiga de la sal: “Toda la montaña está hecha de azúcar, come tanto como quieras. Yo tengo que irme, volveré dentro de un par de semanas y cuando vuelva espero verte tan sana y regordeta como yo.”
Al cabo de las dos semanas, la hormiga del azúcar esperaba encontrar a la hormiga de la sal regordeta y saludable, pero desgraciadamente la encontró prácticamente como la dejó, con apenas una leve mejora. Muy sorprendida, le dijo: “¿Qué ha pasado? ¿Has comido azúcar?” La hormiga de la sal dijo: “Sí, he comido azúcar, pero en realidad no me ha gustado. No es tan buena como dices.” La hormiga del azúcar estaba sorprendida ¿Cómo era posible que a una hormiga no le gustara el sabor del azúcar?
Entonces miró atentamente el interior de la boca de la hormiga de la sal y sacó dos bloques blancos. Le preguntó qué era aquello y la otra le contestó: “Es un poco de sal que he guardado en mi boca.” “Y ¿cómo es eso? ¿Para qué guardas sal en tu boca?” dijo la hormiga del azúcar. La hormiga de la sal respondió: “Toda mi vida he comido sal, así que cuando me hablaste de esa cosa maravillosa llamada azúcar, no estaba segura de que me fuera a ir bien y, como sé cómo sobrevivir con la sal, aunque sea miserablemente, mantuve dos pedazos de sal en la boca, por precaución.”
La hormiga de la sal comía azúcar con la boca llena de sal. Así nunca disfrutaba la dulzura del azúcar. La hormiga del azúcar retiró la sal de la boca de la hormiga de la sal y le dijo: “Ahora come.” La hormiga de la sal empezó a comer y ya no pudo parar, y se puso tan saludable y contenta y regordeta como la hormiga del azúcar.
¿Qué nos enseña esta historia? Amma dice que, como la montaña de azúcar, Ishwara Shrishti o la creación de Ishwara, está llena de miel. Nosotros le ponemos la sal. Nuestra aportación al Ishwara Shristhi, a la creación de Dios, es nuestro ahamkara. Por ahamkara, Amma quiere decir el ego y, por ego, Amma se refiere a nuestros gustos y aversiones. Experimentamos el mundo a través del filtro de nuestros gustos y aversiones y, cuando experimentamos esta Ishwara Shristi, esta creación de Dios, a través del filtro de los gustos y aversiones, nos perdemos su dulzura.
Cuando nos fijamos en nuestro mundo pensamos que hemos creado un montón de cosas: he hecho esto, he hecho aquello, me gusta esto, no me gusta esto otro… Pero cuando nos fijamos de verdad, vemos que no hemos creado nada en absoluto. Incluso el cuerpo, que llamamos nuestro, es un regalo. No hemos creado este cuerpo. Fijaos en vuestra vida y preguntaos honestamente si se puede decir que hayamos creado algo. Nada. Todo lo que experimentamos en este momento es la creación de Dios. La única contribución que hacemos a la creación de Dios son nuestros gustos y aversiones. Por eso, cuando dejamos este mundo, estamos dejando la creación de Ishwara. No podemos llevarnos nada con nosotros, porque nada es nuestro. Aunque, de hecho, sí que nos llevamos algo cuando dejamos este cuerpo para continuar el viaje: nuestros gustos y aversiones. Es la única cosa que podemos llevarnos, porque es la única cosa que hemos creado. Una vez que comprendamos este hecho fundamental, entenderemos lo que Amma quiere decir cuando dice que todo es Ishwara Shristhi. Amma siempre dice: “El creador y la creación no son dos cosas diferentes.” Lo único que tenemos que eliminar son nuestros gustos y aversiones.
En la situación actual, muchos de nosotros estamos encerrados en nuestras casas debido al confinamiento, y nos vemos forzados a estar con gente o con familiares con los que apenas nos relacionábamos. Ahora, al tener que convivir con estas personas, tenemos que interactuar más y más con ellos, y se empiezan a manifestar todos los gustos y aversiones. Hace poco recibí un mensaje de una persona que no solía llevarse bien con su esposa, y me decía: “En estos días, aunque aún tenemos discusiones, siempre terminan en risas.” Me sorprendí mucho porque no me lo podía imaginar llevándose bien con su mujer. Porque así eran. Pensé: “¡Qué bien!” Entonces le pedí que me lo explicara. Me dijo: “Es muy fácil. Cuando discutimos, al final ella siempre acaba tirándome algo. Cuando me tira algo y falla, yo me río. Y cuando no falla, la que se ríe es ella. Así que la discusión termina siempre en risas.”
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué queremos tirarle cosas a la persona que amamos? Porque no la aceptamos tal como es. Ishwara Shrishti, ¿qué significa? Dios ha creado a una persona: para uno es la esposa, para otro la madre, para otro la hija, para otro la hermana. Esta es nuestra imposición sobre Ishwara Shristhi. Así que, cada vez que nos cruzamos con una persona, somos incapaces de aceptarla tal cual es, queremos que se comporte como a nosotros nos gustaría. Y cuando se comporta de acuerdo con su naturaleza, no somos capaces de aceptarla. Queremos que cambie. Ante tal situación, lo que tenemos que hacer antes que nada es ver si es nuestra responsabilidad cambiar a esa persona. Si no lo es, no debemos hacerlo. Para cambiar el comportamiento de una persona, en lugar de decirle que se equivoca, que lo que hace está mal, podemos explicarle el beneficio de actuar de otra manera. Si nos parece que tiene algún comportamiento ofensivo, podemos mostrarle el beneficio de actuar de una forma en particular. Eso únicamente debemos hacerlo si es nuestra responsabilidad cambiar a la otra persona. Siempre que lo intentemos debemos ser muy cuidadosos.
Una vez una madre y su hija pequeña estaban cenando juntas. A solas la niña y su madre. La niña, intrigada, miraba a su madre, que tenía cinco o seis mechones de pelo blanco. Con curiosidad, le preguntó: “Mamá, ¿por qué tienes el pelo tan blanco?” La madre pensó que era una buena oportunidad para cambiar el comportamiento de su hija. Dijo: “Cariño, cada vez que haces algo que me enfada, cada vez que haces algo malo, cada vez que me haces llorar, uno de mis cabellos se vuelve blanco.” La niña miró a su madre, apenada, y dijo: “Mamá, lo siento mucho, nunca más haré nada que te haga llorar o enfadar.” La madre se puso muy contenta. La niñita metió la cuchara en su bol de cereales y mientras levantaba la cuchara se paró y miró a su madre. La madre miró a la niña: “¿Qué pasa?”, dijo. La niña contestó: “Mamá, tengo una pregunta.” “¿Cuál es la pregunta?” dijo la madre. La niña contestó: “¿Cómo es que el pelo de la abuela es totalmente blanco?”
Si queremos cambiar a la gente, tenemos que cambiar nosotros primero. No intentemos cambiar a la gente según nuestros deseos: nos pasará como a esa madre de la historia. Aunque si insistís en cambiarlos, hay una manera. Debemos tomar ejemplo de Amma. Amma quiere que todos cambiemos para mejor, aunque no nos fuerza a hacer nada. Pero nos cambia. ¿Cómo? Básicamente, dando ejemplo. No nos pide que hagamos nada que Ella no haya hecho, incluso más intensamente. Va directa de limpiar los baños públicos a dar darshan. En cualquier actividad, Amma lo hace todo. Nunca nos pide que hagamos algo que Ella no hace. Esa es la manera que tiene Amma de cambiarnos. Ella hace las cosas a la perfección y, cuando nos fijamos en Ella, cambiamos.
Recuerdo la experiencia de un doctor del AIMS, la contó en un Matruvani hace unos años. Él era de Reino Unido y fue a trabajar al Hospital AIMS de Cochin. No era devoto en aquel momento, y si fue a AIMS era porque se trataba de un hospital muy avanzado tecnológicamente. No creía en la espiritualidad ni en gurus, pero el hospital era bueno, habían traído un montón de aparatos muy caros, que no estaban en la mayoría de los hospitales de India, y mucha gente se beneficiaba de los tratamientos. Estaba emocionado de ver un equipamiento tan caro, para tratar a tanta gente; le hacía muy feliz.
Una noche, al volver a Amritapuri, Amma hizo una parada en AIMS. El doctor estaba ahí y, cuando vio a Amma, pensó en enseñarle todo ese equipamiento tan caro y se imaginó que Amma también se emocionaría mucho. Le dijo: “Amma, ven, te voy a enseñar todo el equipamiento tan caro que han traído, que está haciendo tanto bien al mundo.” Amma simplemente miró al doctor, le sonrió con mucha compasión y le dijo: “Hijo, si tú eres feliz, yo soy feliz. Amma no necesita verlo.” Era una declaración muy sencilla, pero provocó un cambio drástico en el corazón del doctor. Entendió que Amma no está apegada a ninguna de esas cosas. Amma hace mucho bien al mundo, pero no considera nada como suyo. Esa única frase de Amma lo transformó y se volvió un ferviente devoto.
Sin duda, cuando una flor florece y pasamos a su lado, su fragancia nos influye. De la misma manera, estar en presencia de Amma, mirarla, leer sobre sus actividades, pensar en Ella, ese simple acto de enfocarnos en Amma y en todo lo que hace, nos influye y nos hace cambiar. Y cuando cambiamos, la gente se fija en nosotros y también cambia.
El objetivo de la vida es experimentar lo que se conoce como “Ishwara Shristhi”. Amma dice que todo es Ishwara Shristhi, pero nosotros no podemos disfrutarlo, a causa del Jiva shristhi, el individuo. Shristhi significa creación, creamos algo y lo superponemos. Pero en realidad somos perfectamente capaces de disfrutar de Ishwara shristhi, al menos de vez en cuando.
Imaginaos en la siguiente situación. Alguna vez en la vida os puede pasar. Imaginaos que habéis estado trabajando mucho y viene vuestro jefe y os dice: “Has estado trabajando muy duro, ¿por qué no te tomas unas vacaciones pagadas?” Y la empresa te paga un vuelo en primera clase, llegas a una isla maravillosa, preciosa, en medio de la naturaleza y disfrutas mucho. Disfrutamos tanto cuando vamos de vacaciones porque durante las vacaciones nos olvidamos totalmente del pasado; cualquier cosa que hagamos, no estamos pensando en el futuro, estamos totalmente abiertos al momento presente. Vemos a la madre naturaleza, vemos el océano… En casa, cuando vamos a la playa, también vemos el océano, pero no lo disfrutamos tanto. Durante las vacaciones la experiencia se magnifica y la disfrutamos de verdad. Y es porque en ese instante, cuando estamos experimentando el océano, escuchando los pájaros, no hay búsqueda ni resistencia en nosotros, no nos resistimos a la experiencia actual, sea la que sea, y no intentamos cambiarla. Pero, y nos ha pasado a todos, cuando vamos de vacaciones, al principio todo está bien, perfecto, pero al cabo de un tiempo la experiencia se vuelve aburrida, o nos gustaría hacer otra cosa, las vacaciones no están tan bien, empezamos a quejarnos del sitio que disfrutábamos tanto unos días antes. Esto ocurre porque somos muy trabajadores y, al igual que Ishwara, el Principio Divino, crea, nosotros, Jiva, también creamos. Empezamos nuestra Jiva Shristhi, nuestra creación individual. Empezamos a imponer gustos y aversiones a la experiencia actual y, por eso, incluso estando de vacaciones, al cabo de un tiempo, ya no disfrutamos. El humor de vacaciones desaparece a causa de los gustos y aversiones sutiles que empiezan a manifestarse.
Ahora me voy a quedar callado unos segundos, a ver qué pasa. El micrófono no se ha estropeado y no me he olvidado del siguiente punto de la charla, sólo voy a estar callado unos segundos y observaré qué hacéis. Algunos hacéis como que sonreís, vale…a ver qué pasa si estamos callados más rato… ¿Qué ocurre? De un momento a otro empiezan a manifestarse los gustos y aversiones, no podemos evitarlo ¿Por qué no podemos estar sentados, callados y disfrutar de Ishwara shristhi, la creación divina de Dios, cada momento? ¿Por qué a cada rato se manifiestan los gustos y aversiones? Voy a intentar explicarlo.
Había una vez un gobernante en un país que era una isla, sin mucho contacto con el resto del mundo. De repente descubrieron un montón de petróleo y el país se volvió muy rico. El gobernante, el rey de la isla, se convirtió en un hombre extremadamente rico. La compañía de petróleo lo llevó de viaje, por ejemplo, a Europa, y allí vio muchas cosas nuevas por primera vez. Lo llevaron a muchos sitios. En uno de los sitios le dio pena ver a un montón de gente, veinte personas, corriendo, persiguiéndose y luchando unos con otros para conseguir un pequeño objeto redondo. Le dijo a su secretario: “Fíjate qué pena, me siento mal por ellos. Ve a la tienda, entérate de que es ese objeto y compra para todos. El secretario fue inmediatamente. Compró veinte de aquellos objetos. Fue al sitio donde la gente estaba luchando, corriendo alrededor del objeto, les paró y les dijo: “Aquí tenéis, uno para cada uno.” El rey estaba mirando. Esperaba que todos se pusieran muy contentos. Pero todos dijeron a la vez: “No, no los queremos, ¡estáis acabando con la diversión!” El rey no entendía nada, el secretario tampoco, hasta que alguien les explicó: “Mirad, lo que están haciendo es jugar a futbol. Sólo hay una pelota, son las reglas del juego. Todos tienen que correr detrás de la pelota.” Y les explicó el juego. Los jugadores decían: “No es divertido si nos das un balón a cada uno, disfrutamos del juego si jugamos de acuerdo con las reglas.”
De la misma forma, hay algunas reglas en el juego de la vida. Está muy bellamente explicado en uno de los mantras del Katha Upanishad, un mantra precioso. Dice:
parāñci khāni vyatṛṇat svayambhū-
stasmātparāṅpaśyati nāntarātman |
kaściddhīraḥ pratyagātmānamaikṣa-
dāvṛttacakṣuramṛtatvamicchan ||
Katha Upanishad 4,1
¿Qué significa?
parāñci khāni vyatṛṇat svayambhū
El poder divino nos ha creado, como individuos, con la mente y los órganos de los sentidos vueltos hacia el exterior. Por eso se manifiestan los gustos y aversiones, porque la mente y los órganos de los sentidos siempre corren hacia los objetos.
stasmātparāṅpaśyati
Esa es la causa de que la mente y los sentidos siempre miren a las cosas externas.
kaściddhīraḥ
Algunas personas con mucho discernimiento no están satisfechas con los pequeños placeres, con los placeres momentáneos que conseguimos. ¿Qué es lo que quieren?
amṛtatvamicchan
Quieren la paz inmortal, la dicha inmortal y ¿qué es lo que hacen?
dāvṛttacakṣuh
Literalmente significa volver el ojo hacia el interior; y ¿qué hacen cuando vuelven el ojo hacia el interior?
pratyagātmānamaikṣa
Tienen la visión o ven el Paramatman y la divinidad.
Nuestras mentes y los órganos de los sentidos están diseñados para mirar hacia fuera, pero si miramos hacia fuera, hacia el mundo, sólo experimentaremos una felicidad temporal. Si queremos experimentar la felicidad verdadera, tenemos que volver la mirada hacia el interior (dāvṛttacakṣuh)
Para volver la mirada hacia el interior, podemos ir al Hospital AIMS, al departamento de oftalmología, y decirle al cirujano ocular: “Necesito que me opere.” “¿De qué quieres que te opere?” nos dirá. “Por favor, vuélvame los ojos hacia el interior” contestaremos. Y el cirujano alucinará y nos preguntará para qué queremos una cosa así. “He oído en un Satsang que tenemos que volver la mirada hacia el interior…” le diremos.
Pero eso no es lo que significa kaściddhīraḥ. Lo que significa es que algunas personas con discernimiento entienden que la fuente de la dicha y la felicidad está en el interior y no en el exterior. Cualquier cosa que experimentamos en el mundo es sólo un reflejo de la dicha interna. La dicha de nuestro interior es Ishwara. Cada vez que experimentamos dicha pura, es la presencia de Ishwara.
Para resumirlo en lenguaje moderno: una persona nunca puede estar en paz, porque una persona es una manifestación de los gustos y aversiones, el ego, ahamkāra. Una persona no puede estar nunca en paz, pero la paz puede manifestarse como una persona. Toda la infelicidad que sentimos y experimentamos ahora mismo, es sólo la manifestación de los gustos y aversiones, que son temporales. Pero nuestra verdadera naturaleza es el Paramatman, la paz.
Para estar permanentemente en el humor de vacaciones, para experimentar siempre esta dicha, podemos contemplar el ejemplo del sándalo, que usé en mi último Satsang virtual. El sándalo es un material cuya naturaleza es inherentemente fragante. Pero cuando se expone a la humedad, se recubre de una capa espesa que emite un olor fétido. En cuanto retiramos la capa espesa surge la naturaleza inherente de la fragancia del sándalo. Pasa lo mismo siempre que dejamos de hacer Jiva shristhi, es decir, crear o cada vez que dejamos de manifestar los gustos y aversiones. Los gustos y aversiones aparecen de forma espontánea, pero la regla del juego es no dejarles continuar. El hecho de tener un pensamiento, un gusto o una aversión, se denomina cintā. En la Bhagavad Gita se dice que cintā no es el problema, que el problema es anucintānam. Aparece un pensamiento y lo seguimos, continuamos con este gusto o aversión, y entonces nos provoca dolor. Así que cuando dejamos de hacer Jiva shristhi, podemos sentir Ishwara shristhi tal como es.
En el mantra se dice que los ojos, los ojos físicos, deben volverse hacia el interior, pero lo que significa en realidad es que el “yo” debe volverse hacia el interior. Cuando nos volvamos en profundidad hacia el interior, descubriremos que este “yo” es lo mismo que “tú”.
“Tú” significa el Paramātman, la divinidad suprema. El Paramātman, nuestra verdadera naturaleza, debe ser el centro de todo nuestro día.
Ahora mismo todo nuestro día se centra en el “Yo” y queremos que todo el día sea como vacaciones. (Holiday en inglés). Al deletrear la palabra holiday: hol-i-day, en el centro del holiday está “I” (el “yo”en inglés). Si esta i la reemplazamos por el “you” (“tú” en inglés) y la primera letra de You es Y, Holiday se transforma en holy day (holiday es vacaciones; holy significa sagrado, holy day es día sagrado).
No nos olvidemos de que estamos aquí. Es un viaje gratis, es Ishwara shristhi, no hemos hecho nada para merecerlo. No hemos contribuido en nada. Todo lo que experimentamos es Ishwara shristhi, la creación de Ishwara. Para hacer de este viaje unas vacaciones, cada día tiene que convertirse en un holy day (un día sagrado). Y lo lograremos haciendo que todo nuestro día se centre en el You (tú), la divinidad, el Paramatman, en lugar de en el I (yo), el yo limitado.
El camino para trasformar cada día en un día sagrado y estar permanentemente en el humor de vacaciones es un camino regio, que se conoce como Bhakti. Este es el tema de la charla de hoy y de la continuación, de una serie de charlas. Exploraremos lo que se conoce como Bhakti.
“Y ahora, por lo tanto, debemos exponer sobre la Bhakti”. Esta cita es el primer sutra de un texto muy poderosos llamado “Nārada Bhakti Sutra”.
athāto bhaktiṁ vyākhyāsyāmaḥ
“Y ahora, por lo tanto, debemos exponer la naturaleza de la Bhakti.”
Es muy sencillo. No tenemos que aprenderlo de memoria ni nada parecido.
Sutra en sánscrito significa, básicamente, una frase muy corta en la que se condensa mucha información, para que sea muy fácil de memorizar. Se traduce a menudo como aforismo. Es como cuando quieres enviar un archivo a alguien por internet o quieres hacer una copia en un dispositivo de memoria, y es demasiado grande, lo tienes que comprimir. Así que utilizas algún software que comprime el archivo grande en un archivo más pequeño. La persona que lo recibe no puede usar el archivo tal cual, porque está comprimido. Tiene que descomprimirlo. El sutra es lo mismo, mucha información comprimida en una única frase corta.
Bhakti significa devoción. Nārada era un gran santo, un gran devoto del Señor. Nārada tiene también otro significado, aparte del nombre del gran santo, del gran devoto. Se puede describir como “Naram paramātma vishyakam gyānam dadati iti nardah”: el que nos da el conocimiento de cómo obtener Bhakti.
Así que este Narada Bhakti Sutra, el primer sutra, es una frase muy corta, que dice básicamente: “Ahora discutiremos el tema de la Bhakti”. La primera palabra es ahora. En la tradición sánscrita, siempre que hay un texto que explica cualquier tema, hay cuatro cosas que se dejan claras al inicio:
- La primera es lo que se conoce como el alumno cualificado, que en sánscrito se denomina Adhikārī, el que está preparado para recibir ese conocimiento. En este sutra se indica mediante la palabra Ahora
- La segunda es Sambandha, que significa la relación entre el que va a recibir el conocimiento y el tema que va a ser explicado.
- La tercera, por supuesto, es el tema, que se va a describir más adelante en los sutras dos y tres, que veremos en la charla posterior.
- La cuarta se conoce como prayojanam o el beneficio o propósito del estudio, que se mencionará en los sutras cuatro, cinco, seis.
En las próximas charlas exploraremos los otros sutras. Hoy nos enfocaremos en el primer sutra. La primera palabra del sutra es ahora. “Ahora” (adhikāri), significa este estudiante cualificado, el que está preparado para recibir este conocimiento de la Bhakti. Podemos preguntarnos si estamos cualificados. E indudablemente, sí, lo estamos. Porque somos los hijos de Amma y a través de las enseñanzas de Amma, todos nosotros hemos estado practicando uno de los tres pasos de la bhakti o devoción, de los que voy a hablar ahora. Si hemos empezado a practicar alguno de estos pasos, iremos de forma lenta pero segura hacia los otros dos. Cualquier persona que practique uno de estos pasos se vuelve cualificada, una adhikāri, a punto para el conocimiento.
Estos tres pasos son tan importantes que en el instante en que empezamos a practicar cualquiera de ellos, obtenemos inmediatamente el beneficio, obtenemos paz inmediata. Amma dice que es como el árbol de yaca en India (jackfruit). Con los otros árboles, si quieres fruta tienes que subirte a lo alto del árbol. Pero en el árbol de yaca, el fruto sale incluso de la base del árbol. O sea que es muy accesible. Cuando seguimos uno de los tres aspectos de la bhakti, la primera e inmediata experiencia es la de la paz. Pero lo más importante es que realicemos cualquiera de los pasos con lo que se conoce como bhāvana. Bhāvana significa visualización de sentimientos y despertar un estado mental de intenso amor y concentración. Hacemos manifiesto aquello que no podemos experimentar, pero lo hacemos mediante esa visualización de sentimientos. Amma pone mucho énfasis en bhāvana. En la práctica espiritual, bhāvana significa que la práctica no debe ser mecánica, tiene que provenir del amor. Cuando un agricultor prepara la tierra y planta las semillas, está realizando bhāvana. Cuando empecemos a realizar estas prácticas de bhakti, de nuestro interior surgirán, despacio, el amor verdadero, la devoción verdadera.
La devoción implica tres pasos.
El primer paso se conoce como prasāda buddhi, la actitud de que todo es prasād. Todos los que hemos estado con Amma sabemos lo que es el prasād. Prasād es una comida bendecida. Cuando Amma nos da algo de comer, como los martes en Amritapuri, es prasād. Cuando vamos a un templo después de la puja, la comida consagrada que nos dan es prasād. Cuando nos dan prasād, nunca nos fijamos en la cantidad o en la calidad. Tomamos lo que nos dan con total agradecimiento y lo aceptamos. Pensar siempre en el prasād se llama prasāda buddhi. Buddhi significa “intelecto” o “pensar en”.
Hay que tener cuidado con el significado de prasāda buddhi. Una vez estaba dando un satsang y al final de la charla había mucha gente frente a mí, niños y adultos. Los adultos estaban muy interesados en la charla, y los niños, al ser niños, no podían seguir bien todo el contenido, entendían los chistes, se reían. Pero había una niña pequeña, sentada enfrente de mí, mirándome muy intensamente mientras yo hablaba. Y yo pensaba: “Esta niña lo está entendiendo todo”. Después de la charla comimos el almuerzo de prasād y, mientras comíamos, la niña vino hacia mí y me dijo: “Swamiji, ¿Por qué tus satsangs son tan largos? Después del satsang siempre tomamos el almuerzo de prasād y ¡tenía tanta hambre! Sólo pensaba en el prasād ¿Cuándo me darán el prasād? ¿Cuándo me lo darán? De hecho, me sentía un poco culpable de pensar sólo en el prasād, y entonces mencionaste que tenemos que pensar siempre en el prasād ¿Es eso lo que querías decir?” Eso, por supuesto, no es lo que quería decir, no es eso lo que significa prasāda buddhi, la actitud de que todo es prasād.
El primer paso es la base, porque si lo entendemos y empezamos a practicarlo en nuestro día a día, puede transformar nuestras vidas. Para entenderlo, tenemos que comprender el concepto que se conoce como karma phala, o fruto de las acciones. En la tradición hay tres tipos de karma phala o frutos de las acciones. Se describen de la siguiente manera:
Sanchita karma phala
El primer tipo se conoce como sanchita karma phala, que significa la recogida de los frutos de nuestras acciones de todas nuestras vidas pasadas. En la tradición, creemos que este no es nuestro único nacimiento humano. Hemos tenido muchos nacimientos humanos y tendremos muchos en el futuro. Como seres humanos, todas las buenas acciones que hacemos generan lo que se conoce como punya, mérito, y todas las malas acciones que hacemos generan lo que se conoce como pāpa, demérito, pecado. No podemos experimentar todos los punya (méritos) y pāpa (deméritos) en el transcurso de una sola vida, así que lo que no experimentamos en una vida queda guardado, y esa gran montaña de punya y pāpa, méritos y deméritos, se conoce como sanchita karma phala.
Prarabdha karma phala
Ishwara, el Principio Divino, selecciona un puñado de la montaña de sanchita karma phala y dice: “En el siguiente nacimiento experimentarás esto.” Empieza a funcionar en el momento en que entramos en el cuerpo actual. El puñado de la montaña que se nos da se conoce como prarabdha karma phala. Ishwara, el Principio Divino nos da este prarabdha karma phala, por eso recibe el nombre de karma phala data, que significa el que nos da los frutos de nuestras acciones. El valor de este prarabdha karma phala es el de nuestras propias acciones, puede ser bueno o malo, y nos lo da Ishwara. Entender este principio tiene la capacidad de cambiar nuestras vidas. Porque entonces entendemos que cualquier cosa a la que nos enfrentamos en la vida nos llega a causa de nuestras propias acciones en el pasado. Puede ser algo bueno, o puede ser algo malo. Pero lo que ocurre es que cuando nos encontramos con una situación en la que pasa algo malo, normalmente acabamos odiando a la persona a través de la cual se manifiesta la cosa negativa. O bien pasa algo bueno y nos apegamos a la persona a través de la cual se manifiesta lo bueno. El apego o el odio hacia la persona a través de la cual se manifiestan los frutos de nuestro prarabdha karma crean nuestros problemas y actuamos de nuevo según nuestros gustos y aversiones.
Āgāmi karma phala
Cuando actuamos según nuestros gustos y aversiones creamos el tercer tipo de karma phala, llamado āgāmi. Significa que creamos más karma phala, que tendremos que experimentar en el futuro.
Ante cualquier experiencia con cualquier persona, tenemos que imaginar que esa persona que tenemos ahora enfrente es como una cuchara. Imaginaos que tenéis delante un plato delicioso, agarráis una cuchara y coméis, y os gusta mucho, pero no os quedáis apegados a la cuchara porque la cuchara sólo vehicula el plato delicioso. Imaginaos ahora algo con un sabor horrible, por ejemplo, una medicina ayurvédica llamada kashayam, que es muy amarga, no le suele gustar a nadie. Usamos la misma cuchara para tomarnos eso tan amargo, pero no culpamos a la cuchara, la cuchara sólo nos lo proporciona.
Si cada vez que atravesamos una situación en la que alguien nos hace algo malo comprendemos que lo que está pasando es una manifestación del resultado de nuestras acciones, no odiaremos a esa persona; haremos lo que sea necesario en ese momento sin odiar a esa persona. Esto es muy, muy importante. Porque cuando vamos por la vida con esta actitud, en cada momento, entendemos que lo que sea que estoy experimentando en este instante, sentado hablándoos, es mi prarabdha. Y para vosotros, por desgracia, el tener que escucharme es vuestro prarabdha también. Si es bueno o malo lo tenéis que decidir vosotros, pero el beneficio de entender esto es que cuando pasa algo bueno no nos apegamos a la persona y cuando tenemos una mala experiencia hacemos lo que sea necesario sin odiarla, y conservamos nuestra energía mental de manera que podemos abordar la situación actual de manera eficiente.
La mayor parte de nuestra energía se desperdicia con la ira y las emociones negativas. Esto cesará. Amma dice que, si necesitamos algo, si deseamos algo, y nos esforzamos para obtenerlo y lo obtenemos, perfecto. Pero si no lo conseguimos, también es perfecto, porque es el prasād de Ishwara. Por eso lo que debemos hacer cuando tenemos el deseo, pero no obtenemos la cosa que deseamos, cuando obtenemos un resultado negativo, es pensar que es prasād. Normalmente nos culpamos a nosotros mismos o a los demás. En cambio, con esta actitud, lo que pensamos es que Ishwara, Amma, no nos lo quiere dar en este momento concreto. Si aún tenemos el deseo, nos esforzamos de nuevo, y la próxima vez, cuando llegue el resultado, si lo obtenemos será porque Ishwara quiere que lo obtengamos esta vez y si no tendremos que volverlo a intentar. Debemos seguir intentándolo hasta que lo consigamos o bien hasta que el deseo se extinga. Este es el primer paso, prasāda buddhi. Todas y cada una de las experiencias de nuestra vida vienen de Ishwara porque Ishwara es el karma phala data, el que nos da los frutos de nuestras acciones, así que cuando aparece nuestro prasād lo tomamos con sentimiento de reverencia.
El primer paso se llama prasāda buddhi. Con él empezamos a trabajar la actitud de aceptarlo todo como prasād, pero todavía tenemos deseos. A medida que avanzamos en este camino, estamos más y más agradecidos a Ishwara, Amma, el Principio Divino, que nos cuida tanto. Entonces, nuestra actitud empieza a cambiar. Continuamos realizando acciones, trabajando, pero ya no las hacemos en nuestro beneficio sino en beneficio de Ishwara, en beneficio de Dios. Incluso las cosas más sencillas. Amma cuenta la historia de una persona que salió a dar un paseo. Vio a tres personas trabajando: una estaba enfadada, la otra estaba triste y la tercera estaba sonriendo y bailando. Eran canteros y estaban cincelando piedra, con un martillo y un cincel. Los tres estaban haciendo el mismo trabajo. El hombre se acercó al cantero que estaba enfadado y le preguntó: “¿Qué estás haciendo?” El hombre enfadado contestó: “¿No lo ves? Estoy golpeando un cincel con un martillo.” Preguntó al segundo: “¿Qué estás haciendo?” “Me estoy ganando la vida, si no gano dinero no puedo cuidar de mi familia”, contestó, triste. El tercero hacía lo mismo, pero estaba bailando y riendo, bailaba al hacer su trabajo. Le preguntó: “¿Qué estás haciendo?” El tercero contestó: “¡Estoy construyendo un templo para Krishna!” Las tres personas estaban haciendo exactamente la misma cosa, les pagaban lo mismo a los tres, pero su actitud creaba una diferencia absoluta: El primero estaba enfadado, el segundo, triste y el tercero, dichoso. Porque el tercero lo hacía para Ishwara, para Dios. Todas y cada una de las acciones que realizamos podemos hacerlas con esa actitud.
En los primeros niveles del camino espiritual nos parece que algunas acciones son materialistas y otras acciones son espirituales. Más adelante, a la que nos adentramos en las enseñanzas de Amma y estamos más en contacto con Ella, vamos entendiendo poco a poco que Amma intenta enseñarnos que, en lugar de dividir las acciones en espirituales y materiales, lo que tenemos que hacer es espiritualizar cada una de las acciones. Por ejemplo, una acción como criar a un niño pobre, puede ser espiritual, con la actitud correcta. Cuando decimos “este es mi niño” nos sentimos como si nosotros hubiésemos creado al niño, pero si fuera de verdad nuestro hijo, en el momento de nacer, la primera vez que cogiéramos al niño, conoceríamos su naturaleza, sabríamos si iba a ser el próximo Albert Einstein, o el próximo Pablo Picasso. Pero no sabemos cómo es su alma. A medida que el niño crece, se manifiestan sus cualidades y llegamos a ver si el niño tiene tal o cual talento. Pero si el niño fuera realmente nuestro, no podríamos no saberlo. No lo sabemos, así que es un regalo de Ishwara. Por lo tanto, expresamos nuestra devoción a Ishwara criando al niño como si fuera el hijo de Dios. “Este niño es tu regalo. Te mostramos nuestra devoción cuidando al niño como si fuera el hijo de Ishwara.” Esta actitud crea una gran diferencia.
Amma nos cuenta un incidente que ocurrió después del terremoto de Gujarat, hace muchos años. Tres áreas enteras fueron arrasadas. El ashram de Amma acudió a la zona y reconstruyó tres pueblos enteros. Cuando finalmente Amma llegó a la zona, todos los habitantes del pueblo fueron al darshan, y Amma habló con todos ellos. Amma estaba muy contenta al hablarles. Les preguntaba a todos y cada uno, porque muchos habían perdido al marido, o a la esposa, o a los niños, o a una hija… Mucha gente había perdido a toda su familia. Entonces Amma dijo: “Aunque no tienen educación, aunque no han estudiado los textos espirituales, tienen la actitud de aceptación. Cuando Amma les preguntó: “¿Estáis tristes?”, ellos contestaron “No, porque el padre que tenía, la madre o el marido que tenía, eran un regalo de Ishwara para mí. Cuando llegó el momento, Ishwara se los llevó” Esa actitud de aceptación les dio paz inmediata.”
Recordemos los pasos. Primero: la actitud de prasāda buddhi. Todo lo que nos ocurre en la vida es el resultado de nuestras acciones seleccionado por Ishwara para nuestro beneficio espiritual. Eso nos da paz. La segunda actitud es: seguimos enamorándonos, elevándonos en el amor por la Divinidad y cada acción que realizamos es para beneficio de la Divinidad. El tercer paso es uno del que todos nosotros, hijos de Amma, hemos tenido vislumbres: en vez de sentir que “Yo estoy haciendo el trabajo”, sentimos y comprendemos que “Dios está trabajando a través de mi”.
Voy a concluir la charla compartiendo una experiencia que para mí ilustra este último paso, el de ser un instrumento en manos de Dios. Pasó hace más de 25 años. Uno de los primeros sevas que Amma me dio fue enseñar temas relacionados con ordenadores en el Instituto de Computación. Me dieron una asignatura de la que no tenía educación formal pero sí experiencia laboral. De vez en cuando me asignaban temas de los que no tenía conocimiento teórico, así que tenía que prepararme durante 4 o 5 horas para dar una clase de una hora. Un día me quedé en el centro de computación que está a 6 km del ashram, para poder preparar la clase del día siguiente durante la noche. Pero apareció un trabajo inesperado y me vi obligado a hacerlo, porque era la única persona disponible capacitada. Así que lo hice y, cuando terminé, era tan tarde y estaba tan cansado que no me veía capaz de estar 4 o 5 horas preparando la clase de la mañana siguiente. Pensé que lo mejor sería dormir unas horas, levantarme temprano y preparar la clase por la mañana. Pero estaba tan cansado que me desperté tarde, media hora antes del inicio de mi clase. No sabía que hacer, porque para mí era imposible enfrentarme a los estudiantes y decirles que no estaba preparado. Para mí era mi puja, mi servicio a Amma. Amma me había dado la tarea de enseñar a los estudiantes y para mí, el acudir al aula sin haberme preparado era abrumador. Miré el tema, leí el título y supe que de ese tema no tenía ni idea. Estaba muy triste. Lo quería hacer para Amma, pero no era capaz. Desde el fondo de mi corazón rogué a Amma: “No puedo enseñar esto. Tienes que hacerlo tú.” Y agarré el libro y me fui al aula, porque no tenía tiempo para nada más. Mientras iba hacia el aula pensaba que les podía hacer un examen sorpresa y así no tendría que dar la clase. Pero entonces pensé: “Al menos me sé el título del capítulo, voy a escribirlo en la pizarra”. Así que escribí el título del tema en la pizarra. Cuando terminé de escribir el título, que es todo lo que sabía del tema, me vino una idea sobre el capítulo a la cabeza, una idea muy clara. Sabía que era correcta, así que la escribí, y la expliqué. Antes de terminar y parar, vino el segundo punto, y después el tercero, y de repente era un torrente de ideas, y tenía que escribir muy rápido, porque me daba miedo que, si no lo escribía rápido, el conocimiento pasaría de largo a través de mí. Y no era mi conocimiento. Salía a través de mí. En ese momento comprendí que Amma había oído mi plegaria y estaba enseñando a través de mí. Yo era como una flauta, vacío, la música fluía a través de mí. Todavía recuerdo el nombre de la asignatura y del capítulo. La asignatura era, para los que sabéis de computación, “Diseño y análisis de sistemas” y el nombre concreto del tema era “Diagramas de flujo de datos”. No tenía ni idea de que iba, pero el conocimiento empezó a fluir a través de mí. En ese instante comprendí que Amma enseñaba a través de mí.
Un tiempo después, por la Gracia de Amma, tuve la oportunidad de estudiar la Bhagavad Gita y otras escrituras, y escuché muchas enseñanzas de Amma. Comprendí que eso era a lo que Amma se refería cuando hablaba de ser un instrumento en las manos de Dios. Por lo tanto, si practicamos los pasos de prasāda buddhi, aceptándolo todo como prasād, conseguimos paz. Entonces empezamos a desarrollar el amor por Dios, a hacerlo todo en beneficio de Dios. Y así desarrollamos más y más amor. Y al final, si continuamos así, entramos en el tercer estado.
Para mí fue un breve destello. Ahora entendemos que el propósito final de la vida es convertirnos en un instrumento en las manos de Dios. Dejemos que la música de la divinidad fluya a través de nosotros. Sólo será posible si nos volvemos huecos como la flauta y nuestros gustos y aversiones se mantienen aparte.
Con estas palabras, ofrezco todo lo que he dicho a los pies de loto de Amma. Si encontráis algo útil, es debido a la Gracia de Amma. Si encontráis algo erróneo o desagradable, perdonadme por favor, es a causa de mi ahamkāra, mis gustos y aversiones.
lōkāḥ samastāḥ sukhinō bhavantu
lōkāḥ samastāḥ sukhinō bhavantu
lōkāḥ samastāḥ sukhinō bhavantu
ōm̐ śāntiḥ śāntiḥ śāntiḥ
Om Sri Gurubhyo Namah
Hari Om