Satsang de la semana

Satsang de la semana

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Domingo, 13 Mayo 2018 09:55

LLORAR Y ROGAR A DIOS COMO MEDITACIÓN.

SINTESIS SATSANG 12.05.2018

LLORAR Y ROGAR A DIOS COMO MEDITACIÓN.

“¡Despertad hijos!”, vol. V

En el satsang de hoy compartiremos unas enseñanzas de Amma sobre la devoción a Dios como camino espiritual y sobre la oración, sobre cómo orar a Dios de tal manera que nos llegue su gracia de forma infalible, pues como dice Amma: “Dios no puede permanecer silencioso e impasible cuando alguien le llama” con sinceridad y amor. A lo largo de una serie de preguntas de devotos,  Amma va respondiendo, instruyéndonos una vez más sobre los profundos secretos de la vida espiritual, poniéndolos al alcance de todos nosotros.

Amma estaba dando Darshan en la cabaña cuando uno de los devotos preguntó: “Amma, yo sé muy poco acerca de la espiritualidad. Tengo fe en la Madre y quiero llevar una vida devota y dedicada. ¿Podrías, por favor, darme alguna indicación para ser más espiritual?”

                La Madre respondió así: “Hijo mío, lo primero es abandonar esa idea de querer convertirte en alguien más espiritual. Lo que tienes que hacer es rogar a Dios con sinceridad y meditar en Él. No pienses en llegar a ser más espiritual, ese mismo pensamiento puede ser un obstáculo.

                >>Llora y ruega a Dios, canta Sus Glorias; no hagas grandes esfuerzos por sentarte en la postura del loto o aguantes la respiración para meditar en su forma. La meditación es el recuerdo de Dios, un constante y amoroso recuerdo. Considéralo como tu amado o considérate como su hijo. O considéralo como tu padre o tu madre. Intenta simplemente pensar en Él como pensamos en nuestro padre, nuestra madre o nuestro amado. ¿Cómo recuerda un enamorado a su amada? Ciertamente no lo hace sentándose en la postura del loto. El recuerdo aparece simplemente en él cuando está echado, paseando o sentado junto al río. También puede sucederle en el trabajo. No importa dónde esté o lo que haga. De igual forma, recordad la imagen de Dios que améis siempre que podáis, no importa dónde estéis o lo que estéis haciendo.

                >>Contémplalo como a tu Creador, Protector y Morada Final a la que regresarás. Intenta sentirlo con el corazón, intenta sentir Su Presencia, Gracia, Amor y Compasión. Abre tu corazón y ruégale. ` ¡Oh, Señor!, mi creador, mi protector y mi última morada, guíame hacia tu luz y tu amor. Llena mi corazón con tu presencia. Me han dicho que soy tu hijo, pero yo soy totalmente ignorante de mi existencia en Ti. Mi muy amado Señor, yo no sé cómo adorarte, cómo agradarte ni como meditar en tu forma. No he estudiado las Escrituras, no sé cómo cantar tus glorias. ¡Oh Tú, el Compasivo, muéstrame el camino correcto para que pueda volver a mi auténtica morada que no es otra sino Tú!´

                >>Hijos míos, rogad y derramad lágrimas mientras pensáis en Él. Esta es la mejor de las sadhanas. Ninguna otra sadhana os dará la bendición del amor divino de una forma tan efectiva como lo hace el rogar sinceramente. No tenéis que seguir ningún curso académico para amar a Dios. No tenéis que ser estudiantes o filósofos para adorarlo o para llamarlo. Llamadle simplemente, pero dejad que la llamada surja de vuestro corazón. Igual que un niño llora para reclamar su comida o para que su madre le mime o le arrulle, llámale con la misma intensidad e inocencia. Llórale y ruégale; Él se revelará, no puede permanecer silencioso e impasible cuando alguien le llama de esa forma.

                >>Hijos, el ruego inocente clamando al Señor es la forma más poderosa de agradarle. No hay que ser un erudito para hacerlo. Hasta un hombre sin educación o un salvaje viviendo en los bosques puede obtener la gracia de Dios si tiene la firme determinación de alcanzar el objetivo.

                >>Hay una historia que ilustra este punto. Uno de los discípulos de Sankaracharya estaba muy orgulloso de su devoción al Señor. La deidad de su devoción era Narasimha, el hombre león, la cuarta encarnación de Vishnu. Con el fin de agradar a su amado Señor y obtener su visión, el devoto se internó en el bosque para realizar severas austeridades. Durante muchos años meditó sentado sobre una roca cercana a la ermita realizando muy seriamente una severa sadhana. Un día, sin que el sadhak se diese cuenta, un hombre que vivía en el bosque se acercó para mirarle. El hombre le observaba con gran curiosidad pero no podía comprender por qué aquel hombre permanecía sentado en una posición tan incómoda, tan derecho y con las piernas cruzadas. Como el sadhak  tenía cerrados los ojos, el hombre confundió la postura de meditación con el sueño. Tenía tanta curiosidad y tantas ganas de hablar con el durmiente que cada día iba allí y aguardaba durante largas horas esperando a que el devoto abriese los ojos.

                >>Por fin, llegó un día en que el sadhak salió de su meditación. El humilde habitante del bosque se le acercó y le dijo: `Tambra (término en que una persona de casta inferior se refiere a uno de casta superior, Reverenciado Maestro), ¿por qué siempre duermes sentado? ¿Por qué no te echas?´ Viendo la inocencia del lugareño, el devoto sonrió y dijo: ` ¡Tonto!, no duermo, medito en la forma de mi amada deidad´.

                >>Desde luego el pobre hombre no entendía nada. Había vivido toda su vida en el bosque y no había ido nunca a la escuela. ` ¿Meditando?, ¿amada deidad?, ¿qué es eso?´, exclamó. El devoto le dijo: `Tú no comprendes estas cosas. Intento rogar y llamar a mi Señor´. El hombre preguntó de nuevo: ` ¡Qué!, ¿llamar a alguien sin moverse del sitio? ¿Por qué no vas y le buscas?´. El devoto no respondió, simplemente sonrió y volvió a su meditación.

                >>Pasaron los días y la curiosidad del lugareño no lo dejaba estar en paz. Incapaz de controlar su curiosidad por saber más de la persona que el devoto estaba buscando, se había vuelto a acercar al sadhak. Con gran esperanza, preguntó: `Reverenciado Señor, ¿quién es ese hombre al que llamas? ¿Puedo ayudarte a buscarle?´. El devoto estaba encantado con la sinceridad del hombre. Como sabía que este no comprendería nada acerca de meditación u otras técnicas de la sadhana, el devoto le explicó: `Mira, la persona a la que llamo no es un ser humano sino un especial tipo de león, un sumamente poderoso hombre-león´. Con esta explicación el hombre quedó satisfecho.

                >>Los días se hicieron meses y los dos se hicieron buenos amigos. El hombre del bosque estaba preocupado por su tambra, que estaba siempre sentado en meditación, olvidándose de comer y de dormir. Pensó: `¡Qué criatura más desobediente es este hombre-león! Mirad al tambra, se ha quedado débil y flaco por falta de comida y sueño. Tengo que hacer algo por ayudarle, tengo que dar una lección a esa arrogante criatura que no contesta a las llamadas de mi tambra.´ El inocente habitante del bosque esperó a que el devoto abriese los ojos, le explicó lo que quería hacer y le pidió su permiso. El devoto se puso a reír de todo corazón. ` ¡Qué hombre más loco e ignorante!, cree que mi Señor vive en algún lugar del bosque´. Plenamente convencido de que era un disparate, pero pensando que no serviría de nada intentar que comprendiese, el devoto le dio su permiso. Divertido con la locura del hombrecillo, el devoto cerró de nuevo los ojos y se sumergió en la meditación.

                >>El hombre del bosque inició su búsqueda. Fue de cueva en cueva, de mata en mata, por valles y colinas, buscó por todas partes. Ni un lugar de la espesura quedó por revisar en su búsqueda del `león de su tambra´. Aún después de haber buscado en todas las cuevas, en todas las matas, en todas las colinas y en todos los valles, no se rindió. Entonces empezó a gritar: ` ¡Oh León de mi Maestro! Ven, ven´. No tenía conciencia del espacio ni del tiempo, sin sentir el hambre ni la sed se quedó flaco como un esqueleto. Su constante llamada resonaba por todo el bosque. ` ¡Oh León de mi Maestro! Ven, ven´. Llenaba la atmósfera, creando una constante y muy poderosa vibración por todas partes.

                Los árboles, las montañas, los valles, los matorrales, los pájaros y los animales se quedaban inmóviles cuando gritaba: ` ¡Oh León de mi Maestro! Ven, ven´. Sin él saberlo, la búsqueda le había transformado en una intensa pregunta que poco a poco había quemado su primitiva naturaleza y con ella todos su vasanas. La `materia mental´ se disolvió lentamente y todos los pensamientos desaparecieron; eventualmente, las llamadas verbales cesaron, se volvió totalmente silencioso. Sólo el fuego del amor que todo lo consume ardía en él y esto lo elevó directamente hacia lo alto, transcendiendo la mansión celestial y entrando finalmente en la residencia del Señor Vishnu. Las llamas de la meditación de este supuestamente ignorante habitante de los bosques eran tan poderosas, que Vishnu tuvo que responder. Tomando la forma de Narasimha, el hombre-león, apareció ante el humilde hombre del bosque.

                >>El hombre arrancó una liana, la enrolló alrededor del cuello del Señor y se lo llevó hacia el tambra, que todavía estaba sentado en la roca con los ojos cerrados, intentando ver la forma de su amada deidad… El hombre del bosque le llamó y le dijo: ` ¡Oh tambra, abre tus ojos! Aquí está tu hombre-león. Lo he traído para ti.´ El devoto despertó tras las repetidas llamadas y no podía creer lo que veía. Se frotó los ojos una y otra vez, miró y volvió a mirar y seguía sin poder creer lo que veía. Su Señor, la magnificente encarnación del Señor Vishnu, estaba allí mismo, frente a él. El hombre del bosque sostenía con una mano la liana anudada al cuello del Señor mientras con la otra le daba verde hierba para comer.

                >>Viendo el asombro del tambra, el hombre dijo: `Tambra, baja, toma tu león. Está bien, no es peligroso. Ya puedes bajar´. El devoto bajó de la roca como un poseso y se arrojó ante los dos, el Señor y el hombre del bosque, sollozando como un niño implorando su perdón. Esto confundió mucho al hombre del bosque. Entonces el Señor dijo así: `Levántate, querido mío. No te sientas mal. Recuerda que son queridos aquéllos que Me recuerdan amorosamente, sintiendo Mi presencia constantemente tanto en el interior como en el exterior. El ego no puede existir allí donde hay verdadero amor. Y allí donde hay verdadero amor yo puedo fácilmente entrar y morar´. Dicho esto, el Señor puso su mano sobre la cabeza del hombre del bosque concediéndole moksha, la liberación final. El Señor consoló al devoto diciéndole que también él alcanzaría la liberación en aquella vida. El devoto se volvió auténticamente humilde.

                >>Este hombre del bosque no había estudiado ninguna Escritura, pero tenía un corazón capaz de sentir y expresar amor. No buscaba para él mismo sino para otro. Esta clase de persona dotada de un corazón tan amoroso y compasivo es más querida por el Señor que una que medita sentada en la postura del loto, contemplando seriamente todos sus conocimientos sobre las Escrituras, técnicas de meditación y japa.

                >>Hijos míos, tomad esta historia como inspiración, intentad rogar hasta que vuestro corazón se funda, se deshaga en un río de lágrimas. Se dice que el agua del Ganges  purifica todo lo que se sumerge en ella. Las lágrimas derramadas recordando a Dios tienen un tremendo poder de purificación de la propia mente. Esas lágrimas son más poderosas que la meditación. Esas lágrimas son en verdad el Ganges.”

                La Madre instruye siempre a cada persona de forma distinta. Ella ve claramente es Ser de cada uno y le instruye según su calibre mental e inherente disposición espiritual. La Madre aconseja a algunos continuar en el camino que ya estaban siguiendo, pero a otros les instruye para realizar una sadhana completamente diferente. En algunos casos, la Madre le dice al sadhak que siga con la misma sadhana pero con ligeros cambios. La mayoría de las personas  que acuden a verla son instruidas para seguir el camino de la devoción, amor y oración (ruego).

                Podemos encontrar extraño que la Madre pueda instruir a un devoto en el sentido de no animarlo a esforzarse a sentarse en la postura del loto o a aguantar la respiración para meditar en la forma de una deidad. En lugar de ello, les enseña a llorar a Dios y a rogar con inocencia. La Madre dice que mucha gente acude a Ella quejándose de que nunca han tenido una “experiencia”, aunque llevan practicando una intensa sadhana desde hace años. La Madre cree que ello es debido, sobre todo, a la falta de amor e inocencia en su sadhana. Para verdaderamente vivir  y alcanzar una auténtica experiencia espiritual, uno debe desarrollar las cualidades de amor e inocencia. Amma dice que sea cual sea el camino espiritual que se siga, este debe estar construido sobre la firme base de prema (amor supremo). En el caso del devoto que había formulado la pregunta, el camino de la devoción debía ser la sadhana que le ayudaría a crecer espiritualmente, pues esto es lo que Amma le aconsejó. Un verdadero Maestro sabe lo que es mejor para sus devotos y sus discípulos.

                Uno de los brahmacharis preguntó a Amma: “Has instruido a un joven diciéndole sólo que ruegue y llore a Dios. ¿Es esto suficiente para conocer a Dios?

                ”Si”, dijo la Madre, “si se hace con todo el corazón. Hijo, no creas que la práctica  espiritual  consiste sólo en sentarse en la postura del loto y meditar y repetir un mantra. Esos son, desde luego, caminos, técnicas para recordar a Dios y para conocer el Ser. Ciertamente ayudan a disciplinar y amansar la mente y el cuerpo, que son inquietos por naturaleza, pero es erróneo pensar  que estas prácticas solas son el camino.

                >>Hijos míos, cuando lloramos podemos olvidarnos de todo sin esfuerzo. Llorar nos ayuda a dejar de estar siempre pensando en el pasado y soñando con el futuro. Nos ayuda a estar en el presente con el Señor y su divino lila. Supongamos que alguien muy cercano a nosotros muere, por ejemplo, nuestro padre o madre, esposa o esposo, o un hijo o una hija. Nos lamentaremos pensado en él o en ella, ¿no es cierto? Olvidaremos todo lo demás. En este momento lo único que tenemos en la mente es la dulce memoria del que se ha ido. Nuestro único interés será el pensar y contemplar a esa persona. Nuestra mente se centra completamente en esa persona.

                >>Hijos, el llanto tiene el poder de hacer que la mente tenga un solo objetivo. ¿Por qué meditamos? Para obtener concentración, ¿no es eso? Sí. Por lo tanto, la mejor forma de obtener concentración es llorar al Señor. Esta es una poderosísima forma de recordar a Dios, y eso es, de hecho, la meditación. Esto es lo que hicieron grandes devotos como las Gopis o Mirabai. Fijaros de qué forma más generosa oraba Mirabai: ` ¡Oh, Señor!, no importa si no me amas, pero no me quites el derecho a amarte´. Lloraban y rogaban hasta que su entero Ser fue transformado en un estado de constante meditación. Continuaron adorando al Señor hasta que estuvieron totalmente consumidas por el Amor Divino. Ellas mismas se convirtieron en la ofrenda.

                >>Una vez que te has convertido en la ofrenda, una vez que todo tu Ser está en estado de constante meditación, entonces, lo que queda ya no eres tú sino Él. Lo que queda es Amor. La oración puede hacer este milagro. Las lágrimas pueden efectuar esta maravilla. ¿Cuál es el propósito de la meditación. Es convertirse en amor. Es conseguir la Unidad. Para ello no existe mejor técnica de meditación que llorar y rogar al Señor.

                >>Suplicadle, abrid y vaciad en Él vuestro corazón, la meditación no es más que vaciar la mente, alejarse de los vasanas. Orar no es más que aceptar su supremacía y recordar nuestra propia nadería. `No soy nada. No soy nadie. Tú lo eres todo.´ La oración nos enseña humildad. Estás buscando refugio en Él, buscas su amor, su gracia, su compasión y ayuda para poder alcanzarle. Le estás llamando a gritos intentando expandirte. La oración es la rendición del ego. Desde lo más profundo de tu interior intentas ampliarte. Estás intentando ser más expansivo. Dices al Señor: ` ¡Oh, Señor! Yo no tengo poder. Creía que lo tenía pero ahora comprendo que estoy indefenso. Estoy en la oscuridad, no puedo ver. No soy nada… Guíame, condúceme, ayúdame. Mi ego me hizo pensar que era algo grande. Ahora veo que soy incapaz de hacer nada. Sin tu ayuda no puedo ser nada…´ ¿Qué es esto? Esto es verte a ti mismo como a una criatura impotente si no le tienes a Él y a su Gracia. Es hacerte humilde. Es la auténtica forma de acabar con lo vasanas. Tiene que haber un despertar a la toma de conciencia de la propia impotencia, uno tiene que sentir la propia debilidad. La impotencia le hace a uno humilde. Un comportamiento humilde ayudará a alcanzar la Gracia de Dios así como el amor humano.”

                “Amma, ¿en qué difiere la oración de un mero creyente de la de un verdadero devoto?”.

                Amma respondió: “Un mero creyente normalmente también reza. Puede usar los mismos términos y suplicar de forma parecida. De hecho, las palabras pueden ser idénticas, pero son sólo palabras que se pronuncian, que no significan nada. No ruegan verdaderamente desde el corazón, sólo charlan. A causa del miedo o para conseguir saciar sus deseos dicen algo, lo que para ellos es rezar. Pero en realidad están sugiriendo a Dios, incluso dándole instrucciones, sobre las cosas que quieren y las cosas que no quieren. Ellos dicen: `Dame lo que quiero y lo que me gusta. No me des las cosas que no me gustan´. ¿Cómo va a ser eso una oración? Es únicamente un intento de establecer supremacía sobre Dios. Esto es cuestionar la naturaleza omnisciente de Dios. El llamado creyente  está diciendo indirectamente que él sabe mejor que Dios lo que es mejor para él y lo que no le conviene. ¿Podemos llamar oración a esto? No, no podemos. Es simplemente una muestra del ego, tiene todavía sus propias preferencias. Su objetivo es cumplir sus deseos. El deseo es el punto central a cuyo alrededor gira la oración.

                >>Por eso, un verdadero devoto se ofrece a sí mismo al Señor cuando ora. La oración es un ofrecimiento, un ofrecimiento de la propia vida. La verdadera plegaria es verdadera entrega. En la verdadera oración no hay nada que pedir, ninguna demanda, nada que sugerir. Un verdadero devoto comprende que el Señor está dentro y fuera, que todo lo sabe y todo lo puede –omnipresente, omnisciente y omnipotente. Entendiendo esto, el devoto simplemente intenta expresar su total impotencia al Señor aceptándolo como su protección y guía. En una plegaria tan sincera y abierta de corazón, el devoto reconoce la inutilidad y la carga que es su ego. ¿Por qué seguir conservando algo que no sirve para nada? Por eso, ruega al Señor que se lo quite, que lo destruya. Este tipo de plegaria es verdadera meditación, y conduce a uno definitivamente al objetivo. En la verdadera oración el devoto no tiene nada que le guste o que no le guste. Lo que quiere es desprenderse del ego. Intenta verlo todo como una manifestación del Señor. No tiene otro deseo más que el de sumergirse en la eterna unión con su Señor.”

                “¿Puede una persona beneficiarse de la plegaria de otra?”

La Madre contestó: “Si, esto puede suceder. La concentración, devoción y pura resolución de la persona que reza puede afectar a otra y su deseo puede quedar satisfecho. Este tipo de plegaria puede salvar a alguien del peligro o para curar una enfermedad.

                >>Pero si el objetivo es realizar al Ser Supremo, uno tiene que llegar a carecer completamente de ego. Eso requiere auto-esfuerzo. El propio sadhak debe rogar sinceramente por la eliminación de sus tendencias negativas. Tiene que trabajar duro. Este ruego no tiene por objetivo realizar nada ni saciar ningún deseo, es para ir más allá de toda acción, para transcender todo deseo. Es un intenso anhelo de sadhak por volver a su auténtica morada. Se siente y se hace consciente de la carga que su propio ego representa y ese sentimiento crea en él una fuerte urgencia por descargarse de su pesada carga. Es esa urgencia la que se expresa en forma de plegaria.

                >>La eliminación del ego no puede conseguirse a través de las plegarias de otra alma limitada. Requiere auto-esfuerzo y la guía de un Maestro Perfecto. Trabajar sobre el ego o vaciar la mente se hace más fácil en presencia de un Divino Maestro. Aunque la Madre ha dicho que la oración de uno no ayuda a eliminar el ego de otra persona, el mero pensamiento, mirada o toque de un Satgurú puede llevar a cabo una tremenda transformación en el discípulo. Si Él así lo desea, un Satgurú puede incluso conceder la auto-realización a un discípulo o devoto. Su voluntad es una con la voluntad Divina.

                >>Pedir la realización de pequeños deseos es adherirte a tu mente y a todos sus apegos y aversiones. No sólo eso, es añadir más a los vasanas ya existentes. Se crean más deseos, más mundos. Al mismo tiempo, alargas la cadena de tu ira, lujuria, avaricia, envidia, ilusión y todas las demás características negativas. Cada deseo trae consigo esas emociones negativas. Los deseos insatisfechos producen ira, en contraste a esto, cuando uno ruego por la purificación con el propósito de crear Atma Bodha o conciencia del Ser, los vasanas son destruidas. Una plegaria así cambiará totalmente vuestra visión de la vida. Muere una persona vieja y nace una persona nueva. Por eso, pedir la realización de pequeños deseos no produce ningún cambio en la propia personalidad. La persona que así lo hace continua estando igual, su actitud permanece inalterada.

                >>Eso no significa que no debáis preocuparos  por aquéllos que están enfermos o que son menos afortunados que vosotros. Rogad por ellos para que el Señor les ayude. Esto es mucho mejor que pedir pequeños deseos para satisfacer los sentidos. Pero recordad, si vuestro objetivo es la auto-realización, es vuestro ego, vuestros vasanas, lo que tiene que ser eliminado. Esto requiere auto-esfuerzo y la guía y la gracia de un Satgurú.”

Tras esta explicación sobre la oración, la melancólica melodía de un bhajan llenó la atmósfera…

Oh Madre, por favor, posa tu mirada compasiva en mí

Para que mi mente pueda alcanzar la paz.

Adoro tus benditos pies en la flor de mi mente.

Día y noche se elevan, en mi mente, olas de dolor que la inundan.

¡Oh, Soberana de la Tierra!,

Destructora del sufrimiento y portadora del bien.

Muéstrame tu misericordia.

¡Oh, Madre! Permíteme adorar tus pies semejantes a una flor.

Que tu mirada compasiva se pose en mí

Para colmarme de bienaventuranza.

Ten la bondad de rociar mi mente

Miserable e indefensa,

Con unas gotas del néctar de tu puro amor.

Para que pueda sumergirme y nadar

En las frescas aguas del océano de felicidad.

 

Gracias. Om Namah Shivaia

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