Mientras despierta la divinidad en el discípulo, el Maestro puede parecer despiadado y desde nuestra ignorancia lo podemos interpretar como falta de compasión, pero en realidad, no tiene otra forma de llevar el discípulo hacia su destino final; no es falta de compasión, sino compasión infinita hacia el discípulo. El Maestro, ve perfección en todo al estar en estado de felicidad permanente. No tiene que ganar nada ni de este mundo ni de cualquier otro, por eso si entendemos esto, cuando nos rendimos a la voluntad del Gurú Supremo, el verdadero discípulo nace en nosotros. La devoción, la fe y la rendición verdaderas que un discípulo siente hacia el Maestro es lo que hace la relación Gurú-discípulo tan especial y apasionada.
El amor puro hacia Dios transciende incluso la muerte y aunque las Gopis ya no estén vivas, su amor perdura hoy en día.
La conexión entre Krishna y las Gopis era la relación real entre el Maestro y sus discípulos, ya que Krishna era el Maestro verdadero y cuando el amor puro llena nuestro corazón, ya no necesitamos nuestro cuerpo limitado. Somos Amor Supremo que va más allá del cuerpo; el Amor es el principio inmortal que hace que todo sea divinamente dulce. El Verdadero Maestro es la encarnación de la compasión, que destruye el ego del discípulo, llenando su corazón de amor infinito, llevándole de la mortalidad a la inmortalidad. Rindámonos, en cuerpo y mente, ante el sacrificio supremo del Gurú Universal.
Hay leche en la mantequilla y la mente es como la leche; cuando se bate la leche se convierte en mantequilla y cuando la mente se rinde, surge la alegría permanente, tal como la mantequilla surge de la leche batida. La leche es buena, pero se echa a perder rápidamente y huele mal, pasando a ser repugnante más que atractiva, por ese motivo, debemos convertirla en algo que brinde un beneficio duradero. Del mismo modo, debemos dirigir la mente hacia Dios, para alcanzar la alegría duradera.
Necesitamos disciplina. Al principio debemos construir una valla alrededor del árbol joven, para que los ciervos y los conejos no coman las hojas y flores, ya que la valla les asustará y el árbol podrá crecer y una vez crecido, podemos atar un elefante a su alrededor. De la misma forma, al comienzo, debemos vallar nuestra mente con disciplina.
Necesitamos aceras para caminar y los coches necesitan carreteras, pero un pájaro no necesita nada para volar, está más allá de todo eso y no se ve afectado por reglas y leyes. Una vez experimentamos el despertar de la conciencia, la mente se convierte en brújula, siempre apuntando hacia Dios. La mente es como el agua que siempre cae, incluso en las montañas, el agua va hacia abajo y si lanzamos un chorro de agua hacia arriba, acaba cayendo; por otro lado, el fuego sube e incluso hace que el agua suba en forma de vapor. De forma parecida, al despertar la conciencia conseguimos subir a grandes alturas, como un cohete que nos libera de la gravedad de la tierra, para elevarnos y una vez nos liberamos, podremos volar, aunque sea difícil liberarnos de nuestros apegos.
Tal como usamos Google Maps para saber cómo llegar a un lugar, también necesitamos la ayuda de un Guru Supremo para encontrar el camino de vuelta al Ser. Cuando nos desplazamos a un lugar, necesitamos que alguien que haya estado allí anteriormente, nos diga como son las personas y la vida allí, porque solo alguien que haya estado en alguna parte sabe como es ese lugar. Viajar a un lugar desconocido confiando en un Guru, es como dejar el autobús urbano y pasar a un autobús express.
Nuestra condición actual es como remar contracorriente en un río, por otro lado, con un Guru remamos río abajo; la ventaja de estar con un Maestro es que no hace falta luchar, porque estamos en un entorno propicio y cuando sembramos semillas en este entorno, brotarán, crecerán más rápido y darán más frutos; por otro lado, cuando plantamos semillas en lugares adversos, no es seguro que broten. Hacen falta muchos nacimientos para tener fe en un Maestro y, por eso, no debemos desperdiciarla, sino cuidarla y animarla a que crezca.