Saturday, 28 September 2024 12:40

El amor genuino nace de la valentía: Extractos del mensaje de Amma en su 71 cumpleaños

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En su mensaje de Amritavarsham 71 Amma dijo que aunque vivimos en un mundo controlado por el temor a guerras y desastres naturales, la verdadera felicidad permanece como una elección para el género humano. Juntos, podemos crear un mundo de paz e igualdad mediante la comprensión del dolor ajeno y la búsqueda comprometida de soluciones. 

Hay una oración en los Vedas dedicada a gentes de todas las naciones, culturas y creencias. “Que todo el mundo viva en paz. Que los líderes gobiernen con justicia. Que todos los seres vivos encuentren la felicidad. Que los bendecidos con el conocimiento, discernimiento y verdad, disfruten de contento. Que el sol brille y la lluvia caiga a su debido tiempo. Que la tierra se nutra de plantas. Que los pobres dejen de serlo y los sabios carezcan de temor. Que de este modo el mundo entero se llene de felicidad.”

Todos deberíamos aspirar, esforzarnos y rezar por un mundo así. Pero, ¿es esto lo que está sucediendo? Hoy en día el mundo atraviesa tiempos difíciles y ello no se limita a un lugar, sucede en todas partes.

Amma siente que en el mundo de hoy todas las naciones participan de dos categorías: Las que provocan guerras  y las que se preparan para la guerra. Ambas, tanto las naciones desarrolladas como las naciones en desarrollo, dedican la mayor parte de sus presupuestos a almacenar armas.

Todos somos expertos en culparnos mutuamente, en criticar o excluir a otros. Esta es nuestra actitud típica: “No he hecho nada mal. Son los otros los que lo hacen”.

Nadie quiere hacer introspección, evaluarse honestamente ni cambiar su comportamiento. El resultado es que somos incapaces de mirar a nuestro alrededor con amor al prójimo o para proteger con respeto a la naturaleza.

Se han mantenido numerosos debates sobre la peligrosa senda en la que está el mundo, y sin embargo no somos capaces de actuar con discernimiento. Nuestra actitud hacia el mundo es esta: “La situación mundial es seria, pero no hay nada de que preocuparse.”

Por una parte, organizamos masivamente simposios y conferencias para encontrar soluciones al calentamiento global y el cambio climático. Por otra, no dudamos en continuar destruyendo bosques, montañas y ríos.

Tenemos grandes debates  acerca de como reducir el efecto invernadero y simultáneamente construimos más fábricas. El humo y residuos de estas fábricas contaminan nuestro aire, ríos y océanos. La gente es experta en discursos apasionados acerca de la verdad y la justicia.

Pero a menudo vemos a esta misma gente empeñada en acciones hipócritas. Gentes que advierten a grito pelado en menoscabo del uso del alcohol y del tabaco y al mismo tiempo aumentan su producción para incrementar el PIB.  Encuentran nuevos mercados y persuaden a su compra.

Aunque el PIB es importante, la supervivencia del mundo y la naturaleza y la salud mental y física de la sociedad es mucho más vital. Por tanto, es necesario hacer balance sobre este estado de cosas.

El incremento de la población mundial conduce a la escasez de alimentos y consecuentemente a la muerte por inanición. Los científicos tratan de encontrar soluciones que nacen de la compasión. Pero que normalmente conducen a la comercialización..  

Para incrementar la productividad, en lugar del 5% admisible de fertilizantes químicos, los agricultores empezaron a añadir el 25%. La hambruna se evitó a cambio de empezar a comer veneno. Lo que se consideró como un instrumento para aliviar el hambre se convirtió en un instrumento de muerte.

Cuando los humanos explotan a la naturaleza  o hacen mal uso de la ciencia y la tecnología, amplían la brecha entre el rico y el pobre y cuando la espiral de atrocidades sociales escapan al control, cuando se considera una única perspectiva y cuando el dharma de un grupo se sostiene como la única verdad, entonces aquellos con conocimiento y discernimiento temen opinar.

Esto es adharma. Esto es egoísmo. Esto es cobardía. Los cimientos del temor proceden de la cobardia.

El altruismo genera audacia. Del temor no puede surgir nada positivo ni bondadoso. Todo lo bueno nace de la generosidad y la ausencia de temor. El verdadero amor emana de la valentía. Y de este amor surgen nuevas creaciones, brillantes y bondadosas. 

El egoísmo es temor y oscuridad. Drena nuestra energía y nos deja secos. Nos torna débiles e indefensos. Conduce a la destrucción del individuo y de la sociedad. El deseo de renombre, fama y posición transforma lo humano en locura.

Para sobrevivir se requiere un cierto grado de centralidad, siempre que se mantenga el dharma. Todos aspiramos a ser respetados. Pero, en esta búsqueda, a menudo nos distanciamos de nosotros mismos.

En lugar de esto, debemos intentar encontrar nuestro propio ser.  Darnos cuenta de nuestra verdad. Así, cada uno se tornará noble con naturalidad. Si tenemos una bella apariencia exterior pero una naturaleza interior infame, nos haremos daño, a nosotros y a la sociedad.

Como cualquier decisión, la felicidad es una decisión. Tomemos la firme decisión de permanecer felices y valientes en cualquier circunstancia. Riamos o lloremos, los días pasarán.

El mundo se compone de felicidad y dolor. Puede suceder cualquier cosa. Si abandonamos el dharma, el dharma también nos abandonará. Intentemos incorporar al dharma cualidades como el amor, paciencia, compasión, unidad, respeto a los mayores, humildad y disciplina en nuestra vida diaria.

Esforcémonos en comprender al otro, saber de sus dolores y problemas, y buscar soluciones serias. Solo así podremos considerarnos humanos..  

Hay una educación para ganarse la vida y una educación para vivir.  La primera es esencial para el éxito en lo material y académico. Pero para lograr la paz mental necesitamos también la educación para vivir. La vida no depende solo del cuerpo, también depende de la mente. 

Mayor alegría produce dar amor que recibirlo, porque el amor brota en nuestro corazón. El amor es un tesoro que poseemos pero que no reconocemos. Con frecuencia ignoramos su presencia. Es también el arma más poderosa, capaz de desarmar incluso al peor enemigo.

El amor es la cuerda sencilla que puede atar incluso al eternamente liberado Dios. El amor es la moneda universal, aceptada en todo tiempo y lugar. El amor no está para ser apartado como algo escondido en nuestro bolsillo trasero.  Debe irradiar a través de nuestras acciones.

Cuando encarnamos el amor, nuestros cinco sentidos son como puentes para manifestarlo. El amor es el mejor remedio contra la tristeza y el apoyo firme, la viga de acero, para el solitario. El amor es la verdadera medida de nuestro éxito en la vida.  Cualquier otra cosa puede perderse, pero el amor sobrevive eternamente. Ni el tiempo puede borrar las huellas dejadas por el amor.

Por eso seguimos recordando a los mahatmas mucho tiempo después de que hayan dejado sus cuerpos físicos. Recordamos sus buenas acciones y seguimos los principios que nos enseñaron.  Dondequiera que se arrastre una tortuga deja un rastro en la arena. Asimismo, debemos intentar dejar huella, buen recuerdo, antes de abandonar este mundo.

El hombre ha aprendido a volar como un pájaro y a nadar como un pez pero ha olvidado como caminar y vivir como un ser humano. Cuando la sociedad duerme profundamente, consumida por la ignorancia y el egoísmo, cuando nos persiguen las pesadillas, cuando vivimos en el malentendido de que la realidad es esto, es el deber de los sabios, los ilustrados y los justos, proclamar valientemente, “¡Despertad!” 

En tal circunstancia, deben etiquetar claramente la oscuridad, como “oscuridad”, los sueños como ·sueños”, asegurándose de que todos puedan escuchar su mensaje. La intrepidez y el altruismo mostrados por el sabio en tales ocasiones, es lo que salvará a la sociedad. Que nunca abandonen o huyan de este deber. 

Más allá de la guerra y el conflicto sin fin, que la paciencia, el amor y el compromiso guíen nuestras actitudes y acciones.  En lugar del clima oscuro, las guerras religiosas y los genocidios, escuchemos la llamada de la generosidad y la compasión resonando desde todos los ámbitos.

Permanezcamos atentos a abandonar el deseo de explotar a la naturaleza, porque ello conduce a tragedias que afecten a nuestras vidas, a nuestros seres queridos, a nuestra salud y a todo lo que apreciamos. Que cada uno de nosotros tienda la mano para confortar a los que sufren. Y así, todos alcancen la paz y la felicidad.

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