A pesar de que los tres días de programa eran de jornada laboral, el Omega Zenith estuvo hasta arriba cada día, con colas desde antes de la salida del sol cada mañana. Cuando mejor fue captada la emoción de la multitud fue en la tarde-noche del programa del último día. A la llegada de Amma al estrado, mientras se inclinaba hacia la muchedumbre reunida, espontáneamente todo el mundo hizo la ola, hacia atrás y hacia adelante de fila en fila, mientras sus voces aclamaban a Amma. Mirándolo, era inevitable sentirse motivado y animado por este flujo masivo de amor y reconocimiento por Amma y todo lo que ella representa, amor, paz, compasión, bondad, paciencia, perdón, aceptación, fe. Ver que eso es aún posible en el mundo actual, llenar una enorme Arena con gente que desea la paz en el mundo y crear esa paz en sus corazones y en los corazones de sus próximos, es un bálsamo para el alma. 

En su charla, Amma recordó a todos los reunidos la importancia de cuidar el único mundo que tenemos: “Este mundo es un jardín inestimable con el que Dios ha bendecido al género humano y a otros seres. Dios ha aportado todos los recursos necesarios y bienestar para que todos nosotros vivamos con buena salud, felices y en paz. La única condición de Dios es que cada uno de nosotros dé al menos tanto como recibe. Dios nos ha dado permiso y bendiciones para gozar de experiencias tanto como queramos, pero Dios también nos ha confiado la responsabilidad de mantener la belleza y recursos de este jardín, por lo que no debemos causarle daño.” Ver a la multitud reunida para recibir el amor de Amma y llevarle al resto del mundo, nos hacía sentir llenos de esperanza de que las palabras de Amma fueran recibidas con el corazón y que ondas de amor y compasión se extendieran por el jardín que es nuestro planeta, y de que llegue el día en que su belleza y armonía originales sean recuperadas.