Amma vivió sin estas comodidades básicas y fue testigo del sufrimiento de los que la rodeaban. Por eso, cuando ve que alguien sufre, instintivamente siente la necesidad de ayudarle.
La naturaleza es nuestra madre. Nuestra madre biológica puede llevarnos en su regazo durante unos años, pero la madre naturaleza nos lleva en su regazo durante toda nuestra vida.
Amma tiene un deseo. Todas las universidades deberían llevar a sus alumnos a zonas rurales empobrecidas o a barrios marginales urbanos, al menos uno o dos meses durante su educación. Así podrían ver directamente los problemas que afrontan los pobres. Así podrían generar soluciones y escribir sobre todo lo que han estudiado. Eso nos permitiría ayudar a los pobres del modo más eficaz y al mismo tiempo despertar la compasión en los jóvenes de hoy.
Hoy en día, las universidades y sus investigadores se unen sobre la base de cuantos fondos reciben, sobre el número de sus publicaciones y su calibre intelectual. Los docentes se promocionan en base a estos mismos criterios. De acuerdo a esto, deberíamos considerar cuanto hemos reservado para investigar al servicio de los estratos sociales más marginados y vulnerables. Esto sería como hacer que el oro se tornase fragante.
Al abordar un desarrollo sostenible no debemos olvidar que solo reforzando a las personas que se encuentran en la base de la pirámide social, hacemos que todo el edificio de la sociedad sea saludable y fuerte.